Día mundial del circo.



Hoy es el día mundial del circo.
19 - 04 - 2014


Nunca he sido de celebrar las cosas, la verdad. Pero esa gente a la que quiero tanto, la gente del circo, si que lo celebran todo. Quizá por eso pueden seguir viviendo mientras sonríen, en vez de tristes como el resto de la sociedad. Y en un día como hoy, me lamento de no poder estar con ellos. A pesar de que estén dispersos, lejanos, me gustaría decirles "Eh, ¡feliz día del circo!" sin parecer imbécil, sin que creyesen que estoy mal de la cabeza por no formar parte de su colectivo.
Cuando era pequeña, quería ir a los circos siempre, como cualquier niño. Hasta que un día, juraría que en el Circo Americano, me mojaron en un espectáculo que estaba relacionado con un elefante. Entonces les cogí un poco de manía y de miedo. Era una niña y no podía razonar que unas gotas no me iban a arruinar la vida. Que eso era gracioso. Era una niña de cinco años y me enfadé.


Años después, quizá cinco después, con diez de edad, en el centro del pueblo, se instaló el Circo Universal, si mal no recuerdo. Allí recuerdo que conocí a dos niños: Dylan y Joanes. Pasamos una semana muy divertida, jugando con otra chica que por entonces era mi amiga, llamada Alba.

El parque estaba justo en frente del circo, así que íbamos allí todo el día, jugábamos y ya está.
Una vez me adentré en la carpa para buscarles, porque no aparecían. Por aquella época, en mi mente todavía poco desarrollada y confusa, no llegué a la conclusión de que la gente vivía en las caravanas y no dentro de la carpa. Recuerdo que, evidentemente, alguien de dentro, quien por cierto estaba llevando palomas blancas de un lado a otro, me dijo que no podía estar ahí.
Yo asustada, salí corriendo. Ni siquiera tuve el valor de decir que era amiga de los chicos, así que esperé fuera. Tampoco tenía dinero para ver el espectáculo ni me atreví nunca a preguntar si me invitarían. Así que el circo se fue y jamás vi su actuación. Solo conocí a dos chicos, que para mi fueron especiales en su momento. Dos chicos que estoy segura de que, a día de hoy, ni por poco se acuerdan de mi.

Pasó mucho tiempo hasta que volví a acercarme a un circo. Habían pasado por allí, pero jamás les presté atención. Tenía buenos recuerdos, pero no tenía dinero ni tenía nada. Entonces, una navidad, me regalaron un libro. "El nombre del viento", el cual hablaba de la historia de un niño circense y sus habilidades. Me quedé prendada de ese libro, hasta ser mi favorito incluso en la actualidad, y no pude evitar recordar a aquellos chavales, de haría en aquel momento seis años atrás.

A los pocos meses, apareció un circo en el pueblo. Era el Circo Piraña Show. Me metí en el terreno antes de los días de espectáculo y me encontré a una chica rubia, a la cual le pregunté varias cosas sobre su mundo, y ella, seguramente abrumada por mis preguntas, me dijo cuando había espectáculo. Después super que se llamaba Patricia. Me entraron unas ganas irremediables de ir, pero no quería ir sola, así que le pedí a mi mejor amiga, Yaiza, a la cual he llamado siempre Kari, que viniese conmigo. Y vino.
Entramos ambas, pagando nuestras entradas, y al salir, quise felicitar por el espectáculo al director. Me quedé hasta que se fue todo el mundo esperando en la salida de la carpa, para preguntar a la gente, y entre unos y otros, me derivaron al final ante Fabio Zavatta.

En aquel momento no sabía su nombre, de hecho lo averigüe bastante después.
Recuerdo que le empecé a felicitar pero el, aunque contento, estaba un poco a otra cosa. Pegó un grito en italiano, idioma el cual por aquel entonces no entendía, y apareció un chaval frente a mí. Ese era Aris, su hijo. Apareció otro chico, el cual no diré su nombre por si causase algún problema, pero al cual recuerdo vagamente. Sabía que habían tres niñas por ahí pero no dieron señales de vida. Sin embargo, de una forma u otra, acabamos pasando la tarde jugando con esos niños.

Al día siguiente, quise volver a ir. Pero tampoco sola, así que recurrí por preguntarle a mi madre, quien muy forzosamente cedió y nada más terminar el espectáculo, aunque le gustó, se marchó.
Recuerdo estar dibujando en la arena ese día, y que todos los chavales vinieran a preguntar, a ver. Recuerdo encontrarme con Marc, un viejo amigo de mi infancia, padre de un compañero de mi escuela. Esa tarde, también la pasé con los chicos, y un poco con Erin, quien apareció para presentarse.

En aquella época yo lo estaba pasando fatal. Estaba teniendo un mal momento con mi pareja y mi única amiga no podía dedicarme todo el tiempo que yo quisiera que me dedicase.

El día siguiente, mi pareja me dejó. No sabía que hacer ni donde ir. Ese día llovía, lo recuerdo.
Me dirigí al circo, ya sin dinero, sin nada, aunque fuese para escuchar las risas y los aplausos desde fuera, escuchar la música. Me pasé llorando un buen rato y cuando pude parar, me acerqué a la carpa un poco más, a la espera de que saliese alguien conocido. ¡Y lo hizo!
Apareció Aris, vestido de payaso, quien a un grito intentendible para mí, hizo venir a Erin.
Esta me llevó dentro, sin más, cogida de la mano, y se sentó a mi lado, aun vestida de traje.

Al salir esa tarde tras la primera función, pude ver y conocer a mucha gente, aunque en ese momento, creía que les olvidaría fácilmente. Recuerdo que estaban una mujer de pelo oscuro y largo, otra de pelo rubio atado a una coleta, tres niños rubitos y muy traviesos y una bebé adorable. Pasé esa tarde con Erin y todos los niños, menos el final del espectáculo, jugando. Y al terminar la segunda función, ya todos se iban. Ese día me presentaron a dos chicas más las cuales no diré sus nombres por si fuese un problema y sobretodo, a Kelly.

Volví el día siguiente, y el siguiente y todos los días que estuvieron allí. Me di cuenta de que con quien mas afinidad tuve, fue con la ultima persona que conocí; Kelly. Me lo pasé como nunca, riendo, jugando, hablando y conociéndoles. Recuerdo lo mágico que se torno para mi el olor a diesel, a algodón de azúcar, a palomitas. El olor del barro, incluso. Son olores que acogí como sinonimos de la felicidad. Lo que para mí fue la felicidad.

Lo pasé tan bien esos días, que superé sin miedo ni obstáculos mi ruptura reciente. Me sentí tan bien, que desde entonces hasta hoy, les considero parte de mi familia. Especialmente a esos tres chiquillos, los hermanos Zavatta Pellegrini.

Sin embargo, sentí como se me caía el mundo encima en el momento en el que, por cuestiones lógicas, recordé que debían irse. Me parece que nunca he sentido tanto vacío como el de aquella vez. Desde entonces, ese descampado ha sido un lugar especial para mí. Cuando me estreso, cuando salgo corriendo de casa, termino allí. Es mi nuevo sitio de pensar, mi sitio de llorar, mi sitio de coger aire y recordar las cosas bonitas cuando el presente me hace pasar un mal trago.

Una vez que se fueron, intenté ir a verles muchas veces. De las cuales la mayoría fracasaba y cuando conseguía ir, siempre era menos tiempo del que podía. Reconozco que cada vez que iban a un pueblo nuevo, hacían amigos nuevos y eso me ponía celosa, pero, ¿quien era yo para prohibirles semejante cosa? ¿Quien era yo para demostrar esos celos?

Al tiempo recuerdo conocer a una familia nueva, solo padre e hijo, ambos fakires, con el mismo nombre. Para mi que eran buena gente, pero como a veces pasa, desaparecieron, y como no tengo la confianza suficiente con ellos no diré sus nombres. Aunque si es cierto que llevo dando nombres sin asegurar nada, y si molestase a alguien o alguien quisiera que diese el suyo, no tendría problema en cambiarlo.

Pasó el tiempo, no demasiado, y tuve una iluminación en los ojos. Eran carteles en los que anunciaba que el Circo Marton haría espectáculo en mi pueblo. En una zona muy lejana, alejada del resto de la civilización, ¡pero lo harían! Me las apañé para ir, no recuerdo ni con quien, supongo que con mi madre. Recuerdo haber ido con amigos varias veces, pero eso a tiempos distintos. Allí ocurrieron más cosas.

Al salir, volví a encontrarme con viejo amigo Marc, el cual vivía bien cerca de allí. Y sin saber bien como, así de la noche a la mañana, me ofrecieron un contraro: cuidar de sus hijos.
Si bien sus caras me sonaban, no les había reconocido. Pero a los niños si, ¡vaya que sí!
¡Eran los mismos niños con los que había estado jugando en el descampado del centro del pueblo cuando el Piraña Show vino! Resultó que eran primos y familiares del otro circo. Me pareció muy curioso y muy bonito.

Pasé un verano con ellos, cuidando de los niños como medianamente pude. Conociendo a todos sus integrantes y viendo a Marc cada día, que por lo visto en la estancia del circo allí, se había hecho también buen amigo de todos, así como su mujer y sus hijos. Ese verano ha sido hasta hora diría que el más inolvidable de todos. No diré que acabó bien, porque no pude soportar que se fuesen y el último día no me presenté. Pido perdón desde aquí, como lo he hecho tantas otras veces desde tantos lugares.

Allí conocí a magníficas personas, entre las cuales me tomo el lujo de nombrar a Jaume, aunque siempre le llamé Giampo, quien me enseñó a tocar la guitarra. Al menos lo poquito que sé. Y incluso descubrí que, el primer contacto que tuve con el circo en mi vida, estaba conectado a ese. Puesto que uno de los niños que conocí en el Circo Universal cuando tenía diez años, era hijo nieto del dueño del Circo Marton, en paz descanse.

Después de eso, y sobretodo durante ese tiempo y siempre junto a Marc, quien nunca tenía problema en llevarme a un sitio o a otro, fui a ver a los del Piraña muchas veces. Cada vez juraría que era más amiga de Kelly, hasta ser hoy una de las personitas que más me importan, a pesar de lo poco que podamos vernos, de lo poco que podamos hablar.

En definitiva, yo pasé mucho tiempo alejada de ese mundo, pero desde que lo descubrí de cerca, solo he visto cosas buenas y no he hecho más que enamorarme y enamorarme de él. De un mundo el cual para mí, parece ser inalcanzable a pesar de tenerlo tan cerca siempre, a pesar de todo.

He conocido a mucha otra gente maravillosa, y aquí me tomo el lujo de nombrar a Angelo, Vanesa o Alex, con quienes a día de hoy todavía mantengo el contacto. Incluso, a la mayoría de esta gente la conoce mi actual pareja, porque no iba ni a negarle ver este mundo ni a dejarles de lado por nada. Porque para mi, ellos son mi familia. Más que mucha de mi familia sanguínea, ellos han estado cuando les he necesitado, ellos siempre me han hecho reír y sentirme bien, ellos siempre, aun sin saberlo, me han curado las heridas. Por eso, y por todo, son magníficos.

Todos vosotros, chicos, de verdad, sois geniales y yo os adoro.
Ojalá tengáis un buen día hoy, y todos los demás. Hoy solo es la excusa para deciros esto, pero sabéis que os lo diría cualquier día.

Así que, sin un propósito ni un final, simplemente para desahogarme y explicar parte de mis vivencias muy resumidamente, dejo este texto en honor al día mundial del circo. Este texto que he intentado llenar de todo el amor que siento, de todos los bonitos recuerdos que guardo. Y por si fuese poco, hay más...
Porque hace tiempo, aunque diciendo casi lo mismo pero a un pasado, escribí una carta para esos tres hermanos que tanto me han marcado. Una carta pública, y la cual me tomo el lujo de volver a publicar...


Andaba yo distraída por el mundo.
El cielo estaba nublado, gris y triste, triste como yo.
Las calles estaban encharcadas y el camino de arena, ese dia, era un camino de barro.
Las lagrimas habían acudido a mi cara hacía poco.
Volvían cada poco, y la oscuridad en mi corazón aumentaba.

Entonces, pasó una nube que dejó alumbrar al sol.
Y vi camiones, muchos camiones, muchísimos camiones.
Camiones azules, llenos de dibujos, brillantes.

Venía un circo al pueblo.

Con todo el descaro me quedé mirando.
Miré toda la tarde como aparcaban, como montaban la carpa.
Estuve sentada ahí al lado todo el día sin que nadie se fijase en mí.

Llegó la noche y yo todavía no había ido a casa.
Salió una chica con una chaqueta roja, con el pelo muy largo,
estaba llamando a alguien pero no entendía lo que decía.

Me di cuenta de lo tarde que era y me fui.

Al dia siguiente muchas preguntas recorrieron mi cabeza.
Quería huir y no sabía como.
¿Podria yo formar parte de un circo?
Quise huir con ellos aunque eran completos desconocidos.

Me metí entre las caravanas, en ese terreno fangoso, con hierbajos, descuidado.
Había una chica alta y rubia, y empecé a hacerle preguntas indiscretamente.

¿Había nacido en el circo?¿Que hacía falta para ser de ahí?
¿Era una vida dificil?¿Le gustaba?
No se si no me entendía o no quería responderme.
Me dijo que el espectaculo era al dia siguiente, a las seis de la tarde.

Ahí estuve, de las primeras. No quise ponerme la primera de todos por verguenza,
pero me quedé observando antes que nadie.
Habian niños jugando en la arena, gritando, corriendo.

Mi corazón empezaba a palpitar otra vez, después de la tristeza.

Entré en el espectaculo, ese dia pagando.
Fué precioso, placentero. Una de las experiencias que más me llenaron en la vida.
Maravillosos malavares, espectaculos de magia, las acrobacias... todo era perfecto.
En ese instante fuí feliz.

Al salir, no pude evitarlo.
¿Quien es el jefe?¿Quien ha creado esta obra de arte?
Y apareció un hombre de pelo rizado y ojos azules.
Le felicité y las mismas preguntas realizé, pero no me hizo caso.
Él llamó a un niño y vino a hablarme.

- ¿Tienes movil?

¿Que era eso? Yo quería huir con ellos, no necesitaban mi movil.
Probablemente en ese momento estaba loca.
El miedo me empujó a irme aunque no quería, pero prometí volver.

Y claramente, volví.
Y todo fue igual, y pasó lo mismo, y fue maravilloso.
Pasé la tarde con algunos de esos niños, intentando cazar murcielagos, bromeando.
Reflejaba mi tristeza con una falda negra.

- ¿Nos volveremos a ver?

Hubo un beso de despedida, lo recuerdo, fué muy pequeño, tanto que me pareció gracioso.
No me habia dado cuenta todavía de que esas pequeñas cosas estaban curándome.

A la mañana siguiente, me quedé en casa hablando por el ordenador.
Fué muy doloroso, muy distante. Yo y mis impulsos de huir.
¿Hacía donde podía huir?

Hacia el circo.

Corrí contra el viento y la lluvia hasta llegar.
El espectaculo habia comenzado, yo no tenia mas dinero, me lo habia dejado todo ahí, en entradas,
en palomitas... Ya no podia entrar. Lloraba fuera, lejos, donde no pudieran verme.
Pero empezó a sonar esa canción, esa que me dolía tanto y me duele pero en ese momento fué mi mayor droga, mi medicina.

Sonaba Apologize. Una canción que habla de alguien que cuelga a cinco metros del suelo,
al borde de la muerte por culpa del dolor que le transmití a otra persona.
Habla de alguien que no aceptará el perdón, y se hará fuerte.
Yo sentía que hablaba de mí...

A causa de eso, me acerqué a la carpa, esa grande e imperiosa carpa, azul y amarilla.

Salió un niño, iba de payaso. ¿Era el mismo de ayer?
Si, si que lo era. No le había reconocido.
He de admitir que yo tenia miedo a los payasos, hasta ese dia.
Me pareció tan inocente...

Nunca supe si se me notaba en la cara que había llorando,
pero me miraba de forma superior y a la vez triste.
Me dió permiso para entrar, pero me dió verguenza.

Él entró en el espectaculo despues de pegar unos gritos que no entendía
y apareció una niña pequeña vestida de traje.
Unos rizos dorados enormes, unos ojos azul intenso, muy seria.
Pensé que iba a echarme de ahí, sin embargo, me cogió de la mano, abrió la carpa y me llevó hasta una silla.

- Quedate a ver el espectaculo.-.
- Pero si no tengo dinero...-.
- No pasa nada, te invitamos. Luego ven con nosotros, ¿vale?-.
- Claro, gracias.-.

Otra vez lo mismo, mi medicina, mi alegría.
Desde el escenario veía como me miraban, me sonreian, me guiñaban el ojo.
Me sentía especial, de alguna manera me sentia importante.

Cuando el espectaculo terminó, salí y me puse a dibujar en la tierra húmeda.
Dibujé a esa niña pequeña vestida de traje, me había parecido muy mona.

No pude evitar asustarme cuando oí a un chaval gritando, saltando y corriendo alrededor mío.
En unos segundos, tenia a mi lado a dos chicos y tres chicas.
Todos hablaban, pero, ¿que decian? No entendía nada. Me di cuenta de que era italiano.
Y entonces, me dirigieron la palabra.

- ¿Lo has hecho tú?-.
- Claro, ¿ves a alguien más?-.
- Wow.-.

Empezaron a pedirme muchos dibujos, no tendría tiempo en la vida para hacerlos todos,
pero no queria decirles que no. Quería ser amiga de ellos, lo necesitaba.

Pasé la tarde dibujando en el suelo con ellos, y ahí fue donde conocí de forma más profunda a otra chica,
parecida a quienes ya conocía. Debían ser familia, ella tambien era preciosa, y lo eran. Pasaron risas, bailes, canciones.
Pasó de todo en una tarde.


Los recuerdos de esa noche se volvieron un poco oscuros en el buen sentido.
Quizá pasaron cosas que tiempo después me di cuenta de que no tubieron que pasar,
un par de besos perdidos y la tontería de un adolescente.

Al dia siguiente todo era normal, como si siempre hubiesen estado ahí.
Como si siempre hubiese estado con ellos. Me sentía muy bien.
Vi los últimos espectaculos, salimos del recinto y fuimos al centro del pueblo.

Ese dia me invitaron a un algodón de azucar e incluso luego, a un helado.
Pasé mucha verguenza pero aun hoy lo agradecco.

Al volver, pensé que jugariamos un rato más, hablariamos y quedariamos para mañana otra vez.
Me había olvidado de que eran un circo.
Me había ovlidado de que era el último dia.
Me había olvidado de que se iban.

Y si con el tiempo... ¿ellos me olvidaban a mí?

Todas las heridas curadas, la tristeza eliminada, estuvo a punto de resurgir.
No podía permitir que pasase eso, no quería.

- ¿Volvereis?
- Seguramente.
- ¿Cuando?¿Dónde?
- Aquí mismo, dentro de un año, nos volveremos a ver.
- ¿Te acordarás de mí?
- Por favor, claro que sí.

Esa pregunta todavia la hago.
¿Os olvidareis de mí? No quiero que lo hagais nunca.

He movido cielo y tierra para estar un poco más cerca de vosotros.
He agotado mi dinero varias veces, he exprimido mi cabeza intentando dibujar para vosotros.
He tenido discusiones, he hecho de todo para veros un día mas.

Sois mis amigos, mi felicidad y como digo siempre, "mi medicina".
Esas risas, esos abrazos y los dos o tres besos para saludar y despedirse.

Quizá penseis que soy una persona ridícula.
Pero yo no creo que contar estas sensaciones sea ridículo.

Cuando os fuisteis, no teneis ni idea de las veces que he ido a ese descampado
y he llorado porque no estabais ahí. Os echaba mucho de menos, y os hecho de menos.

Lo siento mucho, quien no estará allí despues de un año seré yo.
No es porque yo no quiera, lo juro, es que no puedo.
Pero parte de mi corazón lo dejaré ahí para vosotros, para daros suerte, energía.

Y aunque se que no lo hareis, os pido que no os olvideis de mí.
Yo jamás podría olvidarme de vosotros.

Recuerdo perfectamente como os conocí, recuerdo esos dias de felicidad y tristeza.
Recuerdo la lluvia y vuestras caras, y como heis cambiado.
La verguenza que se transformó en la amistad que buscaba.

Os doy las gracias por estar conmigo, y vuelvo a disculparme por no estar ahí.
A todos.

Con mucho cariño, confieso que todo esto es lo que fué para mí conoceros. De Migca Kazius a los hermanos Zavatta.

Así que, ahí tenéis lo que escribí, sin miedos ni vergüenzas. Y aseguró que seguiré escribiendo cosas magníficas de todos ellos.

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