Mi primer Sant Jordi


Hasta hoy, había pasado todos los Sant Jordi, diecinueve, esperando que alguien apareciese con una flor para mí. Las únicas flores que había tenido, eran las que regalaba el colegio de primaria como recordatorio del día, así como el instituto. De hecho, en el instituto tenía habitualmente dos. Una por ser alumna y otra por cantar en la coral en este día. Pero esas roas no eran de alguien para mí. Eran un detalle del colegio. Así que yo aprovechaba que las tenía, y se las regalaba a mi madre. Ella tomaba el papel de hombre y me compraba siempre un libro.

Recuerdo que la primera vez que le pedí eso, me compré un libro de Isabel Allende, creo que se llamaba El Dragón de Oro, pero no estoy segura. Lo que recuerdo es que averigüé que ese libro era la segunda parte de una trilogía mientras lo leía, así que nunca lo terminé, esperando encontrar la primera y la última... Una lástima, porque el libro estaba siendo muy bueno.

También recuerdo una vez en concreto en la que me reí bastante. Ese día me compré el libro de "El libro sin nombre", el cual incluso su autor es anónimo, firmado como tal. Era un libro de misterio, bastante bueno también. Yo no lo conocía, lo vi en una de esas preciosas paraditas de Sant Jordi con banderas catalanas que ponen en los pueblos. Al leer la parte de atrás, decía algo de que solo las personas con alma pura podrían leer las páginas de ese libro, así que me propuse divertirme. Leí en voz alta toda la contraportada, estando yo rodeada de ancianitas y una amiga a la que previamente le había contado lo que iba a hacer. Una vez que terminé, ojeé el libro de arriba a bajo, diciendo "Bah, pero que tontería. Si está en blanco el libro, ¿a quien se le ocurre? ¿Es una broma o qué?". Realmente no pensé que lograse nada, pero las ancianitas se apartaron. Al final me lo compré, como he dicho. Y el libro está bastante bien.

El caso es que los años pasaron, los novios pasaron, y yo no tuve flores. Yo fui el chico siempre. El chico para mi madre, y ya está. Y este año, por primera vez, he tenido una.

Luisma me ha regalado mi rosa de Sant Jordi. Estando en Galicia, donde no se celebra. Sin dinero para comprarla, así que ya imagináis como la ha conseguido. La rosa es enorme y preciosa aunque el tallo muy pequeño, apenas he tenido donde ponerla, pero ahí está, preciosa y dándome un poquito de felicidad.

Ahora la tengo encima de la tele, dentro de una mini taza con algo de agua de La Bella y la Bestia, que le viene genial, me temo. No se si haremos algo más hoy, ni si lo pasaremos mejor que los últimos días, pero yo confío en que si, aunque sea a nuestra manera ~

- Veinte años para mi rosa -

Gracias, Güihma ♥.

Día mundial del circo.



Hoy es el día mundial del circo.
19 - 04 - 2014


Nunca he sido de celebrar las cosas, la verdad. Pero esa gente a la que quiero tanto, la gente del circo, si que lo celebran todo. Quizá por eso pueden seguir viviendo mientras sonríen, en vez de tristes como el resto de la sociedad. Y en un día como hoy, me lamento de no poder estar con ellos. A pesar de que estén dispersos, lejanos, me gustaría decirles "Eh, ¡feliz día del circo!" sin parecer imbécil, sin que creyesen que estoy mal de la cabeza por no formar parte de su colectivo.
Cuando era pequeña, quería ir a los circos siempre, como cualquier niño. Hasta que un día, juraría que en el Circo Americano, me mojaron en un espectáculo que estaba relacionado con un elefante. Entonces les cogí un poco de manía y de miedo. Era una niña y no podía razonar que unas gotas no me iban a arruinar la vida. Que eso era gracioso. Era una niña de cinco años y me enfadé.


Años después, quizá cinco después, con diez de edad, en el centro del pueblo, se instaló el Circo Universal, si mal no recuerdo. Allí recuerdo que conocí a dos niños: Dylan y Joanes. Pasamos una semana muy divertida, jugando con otra chica que por entonces era mi amiga, llamada Alba.

El parque estaba justo en frente del circo, así que íbamos allí todo el día, jugábamos y ya está.
Una vez me adentré en la carpa para buscarles, porque no aparecían. Por aquella época, en mi mente todavía poco desarrollada y confusa, no llegué a la conclusión de que la gente vivía en las caravanas y no dentro de la carpa. Recuerdo que, evidentemente, alguien de dentro, quien por cierto estaba llevando palomas blancas de un lado a otro, me dijo que no podía estar ahí.
Yo asustada, salí corriendo. Ni siquiera tuve el valor de decir que era amiga de los chicos, así que esperé fuera. Tampoco tenía dinero para ver el espectáculo ni me atreví nunca a preguntar si me invitarían. Así que el circo se fue y jamás vi su actuación. Solo conocí a dos chicos, que para mi fueron especiales en su momento. Dos chicos que estoy segura de que, a día de hoy, ni por poco se acuerdan de mi.

Pasó mucho tiempo hasta que volví a acercarme a un circo. Habían pasado por allí, pero jamás les presté atención. Tenía buenos recuerdos, pero no tenía dinero ni tenía nada. Entonces, una navidad, me regalaron un libro. "El nombre del viento", el cual hablaba de la historia de un niño circense y sus habilidades. Me quedé prendada de ese libro, hasta ser mi favorito incluso en la actualidad, y no pude evitar recordar a aquellos chavales, de haría en aquel momento seis años atrás.

A los pocos meses, apareció un circo en el pueblo. Era el Circo Piraña Show. Me metí en el terreno antes de los días de espectáculo y me encontré a una chica rubia, a la cual le pregunté varias cosas sobre su mundo, y ella, seguramente abrumada por mis preguntas, me dijo cuando había espectáculo. Después super que se llamaba Patricia. Me entraron unas ganas irremediables de ir, pero no quería ir sola, así que le pedí a mi mejor amiga, Yaiza, a la cual he llamado siempre Kari, que viniese conmigo. Y vino.
Entramos ambas, pagando nuestras entradas, y al salir, quise felicitar por el espectáculo al director. Me quedé hasta que se fue todo el mundo esperando en la salida de la carpa, para preguntar a la gente, y entre unos y otros, me derivaron al final ante Fabio Zavatta.

En aquel momento no sabía su nombre, de hecho lo averigüe bastante después.
Recuerdo que le empecé a felicitar pero el, aunque contento, estaba un poco a otra cosa. Pegó un grito en italiano, idioma el cual por aquel entonces no entendía, y apareció un chaval frente a mí. Ese era Aris, su hijo. Apareció otro chico, el cual no diré su nombre por si causase algún problema, pero al cual recuerdo vagamente. Sabía que habían tres niñas por ahí pero no dieron señales de vida. Sin embargo, de una forma u otra, acabamos pasando la tarde jugando con esos niños.

Al día siguiente, quise volver a ir. Pero tampoco sola, así que recurrí por preguntarle a mi madre, quien muy forzosamente cedió y nada más terminar el espectáculo, aunque le gustó, se marchó.
Recuerdo estar dibujando en la arena ese día, y que todos los chavales vinieran a preguntar, a ver. Recuerdo encontrarme con Marc, un viejo amigo de mi infancia, padre de un compañero de mi escuela. Esa tarde, también la pasé con los chicos, y un poco con Erin, quien apareció para presentarse.

En aquella época yo lo estaba pasando fatal. Estaba teniendo un mal momento con mi pareja y mi única amiga no podía dedicarme todo el tiempo que yo quisiera que me dedicase.

El día siguiente, mi pareja me dejó. No sabía que hacer ni donde ir. Ese día llovía, lo recuerdo.
Me dirigí al circo, ya sin dinero, sin nada, aunque fuese para escuchar las risas y los aplausos desde fuera, escuchar la música. Me pasé llorando un buen rato y cuando pude parar, me acerqué a la carpa un poco más, a la espera de que saliese alguien conocido. ¡Y lo hizo!
Apareció Aris, vestido de payaso, quien a un grito intentendible para mí, hizo venir a Erin.
Esta me llevó dentro, sin más, cogida de la mano, y se sentó a mi lado, aun vestida de traje.

Al salir esa tarde tras la primera función, pude ver y conocer a mucha gente, aunque en ese momento, creía que les olvidaría fácilmente. Recuerdo que estaban una mujer de pelo oscuro y largo, otra de pelo rubio atado a una coleta, tres niños rubitos y muy traviesos y una bebé adorable. Pasé esa tarde con Erin y todos los niños, menos el final del espectáculo, jugando. Y al terminar la segunda función, ya todos se iban. Ese día me presentaron a dos chicas más las cuales no diré sus nombres por si fuese un problema y sobretodo, a Kelly.

Volví el día siguiente, y el siguiente y todos los días que estuvieron allí. Me di cuenta de que con quien mas afinidad tuve, fue con la ultima persona que conocí; Kelly. Me lo pasé como nunca, riendo, jugando, hablando y conociéndoles. Recuerdo lo mágico que se torno para mi el olor a diesel, a algodón de azúcar, a palomitas. El olor del barro, incluso. Son olores que acogí como sinonimos de la felicidad. Lo que para mí fue la felicidad.

Lo pasé tan bien esos días, que superé sin miedo ni obstáculos mi ruptura reciente. Me sentí tan bien, que desde entonces hasta hoy, les considero parte de mi familia. Especialmente a esos tres chiquillos, los hermanos Zavatta Pellegrini.

Sin embargo, sentí como se me caía el mundo encima en el momento en el que, por cuestiones lógicas, recordé que debían irse. Me parece que nunca he sentido tanto vacío como el de aquella vez. Desde entonces, ese descampado ha sido un lugar especial para mí. Cuando me estreso, cuando salgo corriendo de casa, termino allí. Es mi nuevo sitio de pensar, mi sitio de llorar, mi sitio de coger aire y recordar las cosas bonitas cuando el presente me hace pasar un mal trago.

Una vez que se fueron, intenté ir a verles muchas veces. De las cuales la mayoría fracasaba y cuando conseguía ir, siempre era menos tiempo del que podía. Reconozco que cada vez que iban a un pueblo nuevo, hacían amigos nuevos y eso me ponía celosa, pero, ¿quien era yo para prohibirles semejante cosa? ¿Quien era yo para demostrar esos celos?

Al tiempo recuerdo conocer a una familia nueva, solo padre e hijo, ambos fakires, con el mismo nombre. Para mi que eran buena gente, pero como a veces pasa, desaparecieron, y como no tengo la confianza suficiente con ellos no diré sus nombres. Aunque si es cierto que llevo dando nombres sin asegurar nada, y si molestase a alguien o alguien quisiera que diese el suyo, no tendría problema en cambiarlo.

Pasó el tiempo, no demasiado, y tuve una iluminación en los ojos. Eran carteles en los que anunciaba que el Circo Marton haría espectáculo en mi pueblo. En una zona muy lejana, alejada del resto de la civilización, ¡pero lo harían! Me las apañé para ir, no recuerdo ni con quien, supongo que con mi madre. Recuerdo haber ido con amigos varias veces, pero eso a tiempos distintos. Allí ocurrieron más cosas.

Al salir, volví a encontrarme con viejo amigo Marc, el cual vivía bien cerca de allí. Y sin saber bien como, así de la noche a la mañana, me ofrecieron un contraro: cuidar de sus hijos.
Si bien sus caras me sonaban, no les había reconocido. Pero a los niños si, ¡vaya que sí!
¡Eran los mismos niños con los que había estado jugando en el descampado del centro del pueblo cuando el Piraña Show vino! Resultó que eran primos y familiares del otro circo. Me pareció muy curioso y muy bonito.

Pasé un verano con ellos, cuidando de los niños como medianamente pude. Conociendo a todos sus integrantes y viendo a Marc cada día, que por lo visto en la estancia del circo allí, se había hecho también buen amigo de todos, así como su mujer y sus hijos. Ese verano ha sido hasta hora diría que el más inolvidable de todos. No diré que acabó bien, porque no pude soportar que se fuesen y el último día no me presenté. Pido perdón desde aquí, como lo he hecho tantas otras veces desde tantos lugares.

Allí conocí a magníficas personas, entre las cuales me tomo el lujo de nombrar a Jaume, aunque siempre le llamé Giampo, quien me enseñó a tocar la guitarra. Al menos lo poquito que sé. Y incluso descubrí que, el primer contacto que tuve con el circo en mi vida, estaba conectado a ese. Puesto que uno de los niños que conocí en el Circo Universal cuando tenía diez años, era hijo nieto del dueño del Circo Marton, en paz descanse.

Después de eso, y sobretodo durante ese tiempo y siempre junto a Marc, quien nunca tenía problema en llevarme a un sitio o a otro, fui a ver a los del Piraña muchas veces. Cada vez juraría que era más amiga de Kelly, hasta ser hoy una de las personitas que más me importan, a pesar de lo poco que podamos vernos, de lo poco que podamos hablar.

En definitiva, yo pasé mucho tiempo alejada de ese mundo, pero desde que lo descubrí de cerca, solo he visto cosas buenas y no he hecho más que enamorarme y enamorarme de él. De un mundo el cual para mí, parece ser inalcanzable a pesar de tenerlo tan cerca siempre, a pesar de todo.

He conocido a mucha otra gente maravillosa, y aquí me tomo el lujo de nombrar a Angelo, Vanesa o Alex, con quienes a día de hoy todavía mantengo el contacto. Incluso, a la mayoría de esta gente la conoce mi actual pareja, porque no iba ni a negarle ver este mundo ni a dejarles de lado por nada. Porque para mi, ellos son mi familia. Más que mucha de mi familia sanguínea, ellos han estado cuando les he necesitado, ellos siempre me han hecho reír y sentirme bien, ellos siempre, aun sin saberlo, me han curado las heridas. Por eso, y por todo, son magníficos.

Todos vosotros, chicos, de verdad, sois geniales y yo os adoro.
Ojalá tengáis un buen día hoy, y todos los demás. Hoy solo es la excusa para deciros esto, pero sabéis que os lo diría cualquier día.

Así que, sin un propósito ni un final, simplemente para desahogarme y explicar parte de mis vivencias muy resumidamente, dejo este texto en honor al día mundial del circo. Este texto que he intentado llenar de todo el amor que siento, de todos los bonitos recuerdos que guardo. Y por si fuese poco, hay más...
Porque hace tiempo, aunque diciendo casi lo mismo pero a un pasado, escribí una carta para esos tres hermanos que tanto me han marcado. Una carta pública, y la cual me tomo el lujo de volver a publicar...


Andaba yo distraída por el mundo.
El cielo estaba nublado, gris y triste, triste como yo.
Las calles estaban encharcadas y el camino de arena, ese dia, era un camino de barro.
Las lagrimas habían acudido a mi cara hacía poco.
Volvían cada poco, y la oscuridad en mi corazón aumentaba.

Entonces, pasó una nube que dejó alumbrar al sol.
Y vi camiones, muchos camiones, muchísimos camiones.
Camiones azules, llenos de dibujos, brillantes.

Venía un circo al pueblo.

Con todo el descaro me quedé mirando.
Miré toda la tarde como aparcaban, como montaban la carpa.
Estuve sentada ahí al lado todo el día sin que nadie se fijase en mí.

Llegó la noche y yo todavía no había ido a casa.
Salió una chica con una chaqueta roja, con el pelo muy largo,
estaba llamando a alguien pero no entendía lo que decía.

Me di cuenta de lo tarde que era y me fui.

Al dia siguiente muchas preguntas recorrieron mi cabeza.
Quería huir y no sabía como.
¿Podria yo formar parte de un circo?
Quise huir con ellos aunque eran completos desconocidos.

Me metí entre las caravanas, en ese terreno fangoso, con hierbajos, descuidado.
Había una chica alta y rubia, y empecé a hacerle preguntas indiscretamente.

¿Había nacido en el circo?¿Que hacía falta para ser de ahí?
¿Era una vida dificil?¿Le gustaba?
No se si no me entendía o no quería responderme.
Me dijo que el espectaculo era al dia siguiente, a las seis de la tarde.

Ahí estuve, de las primeras. No quise ponerme la primera de todos por verguenza,
pero me quedé observando antes que nadie.
Habian niños jugando en la arena, gritando, corriendo.

Mi corazón empezaba a palpitar otra vez, después de la tristeza.

Entré en el espectaculo, ese dia pagando.
Fué precioso, placentero. Una de las experiencias que más me llenaron en la vida.
Maravillosos malavares, espectaculos de magia, las acrobacias... todo era perfecto.
En ese instante fuí feliz.

Al salir, no pude evitarlo.
¿Quien es el jefe?¿Quien ha creado esta obra de arte?
Y apareció un hombre de pelo rizado y ojos azules.
Le felicité y las mismas preguntas realizé, pero no me hizo caso.
Él llamó a un niño y vino a hablarme.

- ¿Tienes movil?

¿Que era eso? Yo quería huir con ellos, no necesitaban mi movil.
Probablemente en ese momento estaba loca.
El miedo me empujó a irme aunque no quería, pero prometí volver.

Y claramente, volví.
Y todo fue igual, y pasó lo mismo, y fue maravilloso.
Pasé la tarde con algunos de esos niños, intentando cazar murcielagos, bromeando.
Reflejaba mi tristeza con una falda negra.

- ¿Nos volveremos a ver?

Hubo un beso de despedida, lo recuerdo, fué muy pequeño, tanto que me pareció gracioso.
No me habia dado cuenta todavía de que esas pequeñas cosas estaban curándome.

A la mañana siguiente, me quedé en casa hablando por el ordenador.
Fué muy doloroso, muy distante. Yo y mis impulsos de huir.
¿Hacía donde podía huir?

Hacia el circo.

Corrí contra el viento y la lluvia hasta llegar.
El espectaculo habia comenzado, yo no tenia mas dinero, me lo habia dejado todo ahí, en entradas,
en palomitas... Ya no podia entrar. Lloraba fuera, lejos, donde no pudieran verme.
Pero empezó a sonar esa canción, esa que me dolía tanto y me duele pero en ese momento fué mi mayor droga, mi medicina.

Sonaba Apologize. Una canción que habla de alguien que cuelga a cinco metros del suelo,
al borde de la muerte por culpa del dolor que le transmití a otra persona.
Habla de alguien que no aceptará el perdón, y se hará fuerte.
Yo sentía que hablaba de mí...

A causa de eso, me acerqué a la carpa, esa grande e imperiosa carpa, azul y amarilla.

Salió un niño, iba de payaso. ¿Era el mismo de ayer?
Si, si que lo era. No le había reconocido.
He de admitir que yo tenia miedo a los payasos, hasta ese dia.
Me pareció tan inocente...

Nunca supe si se me notaba en la cara que había llorando,
pero me miraba de forma superior y a la vez triste.
Me dió permiso para entrar, pero me dió verguenza.

Él entró en el espectaculo despues de pegar unos gritos que no entendía
y apareció una niña pequeña vestida de traje.
Unos rizos dorados enormes, unos ojos azul intenso, muy seria.
Pensé que iba a echarme de ahí, sin embargo, me cogió de la mano, abrió la carpa y me llevó hasta una silla.

- Quedate a ver el espectaculo.-.
- Pero si no tengo dinero...-.
- No pasa nada, te invitamos. Luego ven con nosotros, ¿vale?-.
- Claro, gracias.-.

Otra vez lo mismo, mi medicina, mi alegría.
Desde el escenario veía como me miraban, me sonreian, me guiñaban el ojo.
Me sentía especial, de alguna manera me sentia importante.

Cuando el espectaculo terminó, salí y me puse a dibujar en la tierra húmeda.
Dibujé a esa niña pequeña vestida de traje, me había parecido muy mona.

No pude evitar asustarme cuando oí a un chaval gritando, saltando y corriendo alrededor mío.
En unos segundos, tenia a mi lado a dos chicos y tres chicas.
Todos hablaban, pero, ¿que decian? No entendía nada. Me di cuenta de que era italiano.
Y entonces, me dirigieron la palabra.

- ¿Lo has hecho tú?-.
- Claro, ¿ves a alguien más?-.
- Wow.-.

Empezaron a pedirme muchos dibujos, no tendría tiempo en la vida para hacerlos todos,
pero no queria decirles que no. Quería ser amiga de ellos, lo necesitaba.

Pasé la tarde dibujando en el suelo con ellos, y ahí fue donde conocí de forma más profunda a otra chica,
parecida a quienes ya conocía. Debían ser familia, ella tambien era preciosa, y lo eran. Pasaron risas, bailes, canciones.
Pasó de todo en una tarde.


Los recuerdos de esa noche se volvieron un poco oscuros en el buen sentido.
Quizá pasaron cosas que tiempo después me di cuenta de que no tubieron que pasar,
un par de besos perdidos y la tontería de un adolescente.

Al dia siguiente todo era normal, como si siempre hubiesen estado ahí.
Como si siempre hubiese estado con ellos. Me sentía muy bien.
Vi los últimos espectaculos, salimos del recinto y fuimos al centro del pueblo.

Ese dia me invitaron a un algodón de azucar e incluso luego, a un helado.
Pasé mucha verguenza pero aun hoy lo agradecco.

Al volver, pensé que jugariamos un rato más, hablariamos y quedariamos para mañana otra vez.
Me había olvidado de que eran un circo.
Me había ovlidado de que era el último dia.
Me había olvidado de que se iban.

Y si con el tiempo... ¿ellos me olvidaban a mí?

Todas las heridas curadas, la tristeza eliminada, estuvo a punto de resurgir.
No podía permitir que pasase eso, no quería.

- ¿Volvereis?
- Seguramente.
- ¿Cuando?¿Dónde?
- Aquí mismo, dentro de un año, nos volveremos a ver.
- ¿Te acordarás de mí?
- Por favor, claro que sí.

Esa pregunta todavia la hago.
¿Os olvidareis de mí? No quiero que lo hagais nunca.

He movido cielo y tierra para estar un poco más cerca de vosotros.
He agotado mi dinero varias veces, he exprimido mi cabeza intentando dibujar para vosotros.
He tenido discusiones, he hecho de todo para veros un día mas.

Sois mis amigos, mi felicidad y como digo siempre, "mi medicina".
Esas risas, esos abrazos y los dos o tres besos para saludar y despedirse.

Quizá penseis que soy una persona ridícula.
Pero yo no creo que contar estas sensaciones sea ridículo.

Cuando os fuisteis, no teneis ni idea de las veces que he ido a ese descampado
y he llorado porque no estabais ahí. Os echaba mucho de menos, y os hecho de menos.

Lo siento mucho, quien no estará allí despues de un año seré yo.
No es porque yo no quiera, lo juro, es que no puedo.
Pero parte de mi corazón lo dejaré ahí para vosotros, para daros suerte, energía.

Y aunque se que no lo hareis, os pido que no os olvideis de mí.
Yo jamás podría olvidarme de vosotros.

Recuerdo perfectamente como os conocí, recuerdo esos dias de felicidad y tristeza.
Recuerdo la lluvia y vuestras caras, y como heis cambiado.
La verguenza que se transformó en la amistad que buscaba.

Os doy las gracias por estar conmigo, y vuelvo a disculparme por no estar ahí.
A todos.

Con mucho cariño, confieso que todo esto es lo que fué para mí conoceros. De Migca Kazius a los hermanos Zavatta.

Así que, ahí tenéis lo que escribí, sin miedos ni vergüenzas. Y aseguró que seguiré escribiendo cosas magníficas de todos ellos.

La rosa que no muestra su verdadero color.


Nunca quise mostrarme totalmente tal cual era. Siempre quise dejar algo expuesto al misterio, para así poder pensar que en realidad, tenía algo de femenina. Aunque jamás lo he parecido.


Si miro hacia atrás, puedo ver manchas oscuras, puedo ver sonrisas perdidas. Y cada vez que miraba ahí, me preguntaba, ¿alguien limpiaría eso? Pero tardé poco en darme cuenta de que el pasado no se limpia. El pasado se atesora. Y no es algo que ahora quiera borrar… pues las cicatrices, me parecen siempre hermosas.

Guardo para mis adentros todo lo que soy, y todo lo que quiero ser. Siempre hablo de mí, porque soy el centro de mi universo, y no me avergonzaré de ello. Sin embargo, en mi amada melancolía, siempre estaré pensando en los demás.

No os lo mostraré, no a todos. Pero, pétalo a pétalo, puedo susurrar al oído de cada uno la forma de los saltos que da mi corazón. Y a veces, solo a veces, rozar la rosa con mis labios.

Entonces, ahí, estaré expuesta a todo, sin nada oculto. Y quizá entonces sea femenina de verdad.

Y quizá, entonces, sepas de que color soy.

Mi ventana hacia la luna.


Siempre me encuentro mirando por esta ventana. Es una ventana que parece reflejar luz, pero que en realidad, no hace nada.

Me paso las horas aquí, buscando la luna llena. Buscando algo que busqué siempre. Parece que si alzo un poco más la vista, puedo verla, pero no alumbra suficiente. Y me siento sola en mis recuerdos, sola en mi presente.

El vacío del ahora es gris, transparente. Tiene tonos saturados por la luz del sol, pero no es mi luna creciente. No es lo que busco, no es lo que nadie siente. Es decir, es algo común. Porque, por algún motivo, vivimos avanzando de espaldas, y cuando queremos ver hacia delante, usamos un retrovisor. Porque, por algún motivo, la vida es una paradoja constante.

Siento vergüenza de muchos aspectos de mí, de muchas cosas que pienso. No me avergüenzo de ello, pero siento vergüenza al pensarlo, por decir “¿Yo debería ser así?” o más bien al saber “Yo no soy así” y no decirlo.

Por las noches siempre me cuesta dormir. Miro el tejado de mis ilusiones, donde puedo ver un cielo puntillado por estrellas, un cielo que me absorbe. Y mientras tanto, pienso en todas las posibilidades que existen de mi actual presente, de mi actual futuro. Y en vez de dormir, sueño para dormirme. Sueño despierta.

Siempre me encuentro mirando por esta ventana. Una ventana que lo contiene todo. Una ventana que no transmite nada. Me alejo de la realidad, para así buscar mejor mi luna. Parece reflejar luz, pero en realidad, no hace nada.

Por eso, podría ser, que nunca encuentre mi ansiada. Y pierda siempre las horas, buscándola.

Y si la luna tuviese sentimientos… ¿también rompería su corazón?

Que es para mí el doblaje.


Desde que empecé a conocer la amistad, siempre hubo alguien metido en este tema.

La curiosidad me podía, yo también quería aprender a utilizar mi voz, sin embargo, ante la falta del material necesario, busqué la alternativa más parecida: El canto.

Estuve cinco años en una coral gratuita, parte de las clases extra-escolares de mi instituto. Ahí aprendí bastante sobre la voz. Muchas cosas que a día de hoy parecen un pequeño grano de arena. Probablemente, tras el deje y la decepción, olvidé gran parte de ellas. Siempre me ha gustado cantar, pero algo me invadía y me hacía tener curiosidad. Yo también quería ver mi voz en la cara de otra persona. ¿Cómo quedaría?

Recuerdo como años atrás, en silencio y sin comentárselo a nadie, comencé a grabar algo. Fue el primer capítulo del anime de uno de mis mangas preferidos. No tenía ni idea del tema de aquella, y como el que no sabe, copiaba curvaturas, dejaba palabras que deberían obviarse o traducirse y carecía de toda proyección frente a lo más parecido que tenía a un micrófono; la cámara web. ¿Cómo eso podría quedar bien? No había manera.

Al darme cuenta de que era un imposible, lo dejé de lado y empecé de volcarme más en lo que siempre me había volcado: El dibujo. Dibujé y dibujé hasta olvidarme de mi misma, pero tras las canciones habían textos que recitaba y dentro de ellas, palabras que memorizaba. Habían voces que me pedían ser reconocidas, voces para interactuar conmigo.

Al tiempo encontré películas de siempre modificadas como nunca de una manera sorprendente que te hacían reír de lo que anteriormente eran llantos. Películas originales con voces desconocidas. ¿Quiénes serían? Tras buscar e informarme, descubrí varias cosas de ese mundo tan lejano y oculto para mí. Volví a recordar aquél vago intento y quise repetirlo, esta vez con una animación diferente, contando con gente. Nada especial, veo a día de hoy, nadie que sepa, pero al menos éramos más de uno y había micrófono. En mi cabeza era posible, era precioso, cosa que ha día de hoy entiendo que no.

Nunca se hizo nada de aquella descabellada idea y yo seguía en silencio, muda tras la pantalla, escuchando a los demás. ¿Por qué no podía formar parte de ese lugar?

Claramente, no tenía con que grabarme, no sabía hacerlo y mi ordenador no soportaría esas cosas. Ese mundo volvía a alejarse de mí, como riéndose de mi empeño destrozado.

Presumiré de decir que nunca reconocí más que las voces de mi infancia. Reiré al comentar que jamás me llamó la atención dicho tema, y no sentiré que esté mintiendo. No, no lo hizo hasta que las primeras amistades llegaron. ¿Por qué había eso en común?

A veces sonaban nombres de personas que guardaba en mi memoria, por si algún día, en alguna parte de la red les encontraba, poder preguntarles alguna cosa más.

Que gracia a día de hoy encontrar que todas esas personas de las que alguna vez oí hablar, sean parte de mi vida presente. De la más inexplicable casualidad, de la más extraña confusión, cual fan persiguiendo un sueño inventado, se abrió ante mí una puerta. No era una puerta cualquiera, era una puerta decorada de luces y corazones, dispuesta a enseñarme.

¿Por qué no? Si lo miramos realmente, yo llevaba años llamando frenéticamente a esa puerta. Algún día tendría que abrirse y dejarme pasar. Quise empezar con buen pie.

¿Qué he de hacer? ¿A dónde he de ir? ¿Con quién he de hablar? Tras el primer día de silencio, empezó todo. Esos dejes en el habla, esas manías, se fueron corrigiendo poco a poco, tal y como a día de hoy hacen. No es un proceso rápido ni fácil, pero si divertido. He descubierto al tiempo que todas las personas importantes que hay a mi alrededor, son parte de un mismo mundo. Han estado en el mundo del dibujo, evidentemente si no mucho tiempo, alguno. Y pertenecen indudablemente al de la voz.

La voz, cosa que descubrí no hará demasiado. Una gran arma, una gran defensa, todo lo que quieras ser puede cedértelo. El habla nos hizo grandes en su día y seguimos siéndolo gracias a eso. ¿Por qué menospreciarla? Vamos a hablar bien… Queramos a nuestras voces.

Hoy puedo decir, que tras todo eso, el doblaje es una pieza importante en el puzzle de mi vida.

Y sé que seguirá creciendo.
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Este texto lo escribí hace bastante, pero me apetecía subirlo.

Recuerdo.


Recuerdo que cuando era pequeña, solía saltar, gritar, reír y subirme a los sitios. Recuerdo que era hiperactiva y graciosa. Incluso creo que era bonita. Recuerdo pasármelo bien.

Recuerdo un día, en el que descubrí que jugar a la pelota era más divertido que jugar con muñecas. Recuerdo un día en el que descubrí que las series para chicos, me gustaban más que las series para chicas. Recuerdo pasármelo bien.

Recuerdo un día en el que se me juzgó por mis gustos. Recuerdo un día en el que se me hizo el vacío por ellos. Recuerdo quedarme sola, por pensar lo que pensaba. Recuerdo estar sola, y pasármelo bien.

Recuerdo estar sola y ser criticada por ello. Recuerdo a la gente perseguirme para molestarme, por ser diferente. Recuerdo empujones y risas. Recuerdo que esos días eran un poco más grises. Recuerdo apagarme.

Recuerdo quedarme sola y aburrida, en una esquina del patio del recreo, mirando como otros chismeaban, me miraba y se reían. Recuerdo ver a los demás pasándoselo bien y estar yo jugando dentro de mi imaginación. Recuerdo una media sonrisa forzosa.

Recuerdo un puñetazo en la cara por llevar ropa de deporte. Recuerdo como costaba respirar, el calor del golpe y el frío de la bolsa congelada que me puso mi madre en la cara. Recuerdo que esas cosas olían a sangre.

Recuerdo volverme triste y miedosa. Recuerdo andar cabizbaja y en las nubes. Recuerdo continuar jugando dentro de mi cabeza mientras alguien, cualquiera, quien fuera, me escupía o me hacía la zancadilla. Recuerdo mechones de pelo perdidos.

Recuerdo la intimidación en las esquinas, en sitios oscuros. Los insultos, pellizcos, golpes. Recuerdo las persecuciones corriendo hasta casa, evitando lanzamientos de piedras y golpes de palos de escoba. Recuerdo llorar.

Recuerdo a personas para mi desconocidas, poniendo a aquellos que me hablaban sin maldad en mi contra. Recuerdo todo muy oscuro, abstracto, ambiguo. Como si quisiera olvidarlo, pero lo recuerdo.

Recuerdo encerronas en el baño, intentos de supuestas violaciones por niños en edades poco decentes. Recuerdo como me robaban el dinero, la comida, los lápices. Recuerdo esos lápices rotos.

Recuerdo una vez que me rompieron un dibujo. Dibujar siempre fue una forma de evadirme. Recuerdo pelear, defenderme. Recuerdo caer por la ventana de un segundo piso. Gracias a un árbol no me partí la cabeza.

Recuerdo días fríos de invierno en los que grupos de chavales me lanzaron a la fría agua del río. Recuerdo sus comentarios crueles y sus carcajadas. Recuerdo ver el odio en sus ojos, en los míos.

Recuerdo que nunca venían solos, por miedo, por si fuese más fuerte de lo que pensaban. Recuerdo tener tanto miedo yo que no podría ni esconderlo, ni tratarlo. Recuerdo los nervios, el estrés. Recuerdo problemas cardíacos.

Recuerdo encontrar algo que me gustase, algo que el resto de gente no conocía. Recuerdo volver a sonreír con eso, quizá un poco, ser feliz. Recuerdo cantar, y recuerdo a la gente burlándose de mí por cantar.

Recuerdo mi ropa sucia; como mi pelo, rota; como mis libros, rayada; como mi mesa. Por culpa de la gracia de otros, por culpa de negarme a llevar una falda, enseñar el ombligo, hablar de sexo. Por cualquier cosa. Desde que encontraron de dónde tirar, recuerdo que lo hicieron siempre.

Recuerdo andar por los pasillos del instituto y llegar al punto de ver a alguien y soltarlo todo, salir corriendo, llorado. Recuerdo abrazarme al primer profesor que pasase. Recuerdo a la gente reírse por mi miedo, disfrutarlo.

Recuerdo no tener material para estudiar. Recuerdo suspender y repetir curso. Recuerdo a niños más pequeños que yo metiéndose conmigo. Recuerdo los golpes contra el suelo duro, el barro, el asfalto o las paredes. Los pellizcos, los disparos en la cara de pistolas de juguete.

Recuerdo saber que ellos debían ser más infelices. Recuerdo no poder defenderme. Recuerdo ir a la policía y que no hiciese nada al respecto. Recuerdo ir a los profesores, y que, con suerte, solo uno hablase conmigo y al final, tampoco pusiera una solución.

Recuerdo el peor día. Recuerdo los golpes a una amiga. Mi única amiga. Recuerdo su llanto, su cara llena de barro, de zumo. Desnuda en el patio, despeinada, con la espalda llena de cortes, rodeada de piedras y niños. Recuerdo querer ir a ayudarla, como fuese, aunque recibiese los golpes yo, para compartirlos con ella, para que no fuese tanto, porque aquello era demasiado y a ella nunca le había ocurrido. Recuerdo a un profesor agarrándome con todas sus fuerzas para impedirme ir a ayudar. Recuerdo pegarle, morderle, pisarle, gritar y gritar hasta el punto de llamar la atención de todos. Recuerdo que nadie ayudaba. Ni a mí ni a ella. Lo recuerdo bien.

Recuerdo a mi padre desentendiéndose, diciendo que no sería para tanto. Recuerdo a mi madre en reuniones con la directora y en la policía cada semana, para que no le hiciesen ni caso. La recuerdo saliendo del trabajo cualquier día, porque la llamase para que viniera a rescatarme. Recuerdo irme del instituto sin motivo. Recuerdo tener siempre mala cara.

Recuerdo cuando cogí pánico a subir esa cuesta que me llevaba al infierno de los estudios, no por ellos si no por sus estudiantes. Recuerdo empezar a estar enferma cada mañana, recuerdo agravar mis problemas cardíacos, recuerdo no ir.

Recuerdo las mañanas en la cama, estudiando sola para ir solo a los exámenes. Recuerdo el apoyo de algunos profesores, recuerdo los quejidos de mi madre diciendo "pero deberías ir igualmente". Recuerdo aprobar los exámenes. Recuerdo suspender por faltas de asistencia. Quizá debería haber ido igualmente, pero recuerdo que no quería.

Recuerdo volverme una persona muy callada, que se evade fácilmente de las cosas. Recuerdo estar siempre en las nubes y despistarme con todo. Recuerdo mirar el cielo, el infinito, el vacío, como si hubiese ahí algo. Algo para mí. Quisiera recordar que lo había. Todo era muy vacío, frío, solitario.

Recuerdo un día en el que una de esas personas que siempre, durante diez años, se encargó de hacerme el día a día imposible. La recuerdo llorando, en el suelo, sin nadie a su lado. Recuerdo que al verme se levantó y recuerdo asustarme. Recuerdo ver como pretendía irse, sin hacerme nada, sin decirme nada, como fingiendo que no le había visto llorar. Recuerdo abrazar a esa persona, a la cual estaba odiando más que a nadie, a la cual le abriría la cabeza y disfrutaría estrujando sus sesos. Recuerdo como lloraba, intentando decir algo y sin decir nada. Recuerdo que vi lo débiles que eran esas personas. Recuerdo que me sentí sin causa, sin razón.

Recuerdo lamentarme por mi, y aun peor, lamentarme por ellos. Recuerdo que esa persona nunca volvió a hacerme nada malo. Tampoco me ayudó, pero no me hizo nada más.

Pero eso no bastaba para solucionar todo lo demás. Quizá nunca bastaría.

 ...

Recuerdo cuando era feliz e hiperactiva. Cuando me reía cada día, cuando me lo pasaba bien. Recuerdo que una puta estupidez cambió todo eso. Recuerdo odio, tristeza y llantos. Y me encuentro siempre dentro de la melancolía.

Odio cuando recuerdo todo esto, porque, en algún lugar, cada día, sigue ocurriéndole a otras personas. Odio ver que existe todavía. Me encantaría olvidarlo porque nunca nadie más lo mencionase. Que nunca nadie más lo mencionase porque eso ya no existiera. Que no existiera porque hubiese más buena gente.

Recuerdo que los niños, aunque traviesos, son buenos. Son buenos hasta que razonan, hasta que crecen, hasta que sus padres, o quien quiera que les eduque, lo hace mal. Lo hace terriblemente mal. Fatal. Horripilantemente mal. Por eso odio a los malos padres. Porque los malos padres, tienen malos hijos. Como la fruta que pudre el cesto.

Quizá por eso a veces quiero ser madre, buscando una solución, pero... ¿Y si mi hijo pasase por lo mismo que yo? ¿Y si la policía tampoco hiciese nada? ¿A cuántos colegios debería ir? ¿Que haría? Me odiaría a mi misma si no pudiese defenderle...

O peor aún... ¿Y si yo fuese mala madre? ¿Y si mi hijo fuese uno de esos que pegan a los demás?¿Que haría con él? ¿Qué haría conmigo? ¿Le cogería en brazos para saltar al vacío?

Recuerdo una vez, en mi adolescencia, perseguir a un grupo de jóvenes para proteger a uno al que le iban tirando zapatos. Recuerdo echarles la bronca y tranquilizar al perseguido.

Recuerdo una vez, muy pequeña, que llevaba una muñeca en brazos, caí por las escaleras, que eran veintiocho, y me llené de golpes para protegerla, para dejarla arriba. Nunca rompí nada.

Pero hoy... quizá le rompería el cráneo a más de uno.

Yo lo recuerdo. Recuerdo todo eso. No recuerdo muchas otras cosas, pero recuerdo lo mal que lo pasé y recuerdo que sé que no quiero que esto siga ocurriendo. Pero, ¿qué hago? ¿Voy a patrullar los institutos? ¿Qué hago...?

No soy solo yo. Somos todos. Todos tenemos que hacer algo. Algo más. En esas situaciones, el mundo se torna gris, oscuro, extraño. Es difícil recordar el nombre y la cara de la gente. Parece que estás en una burbuja muy pequeña y más allá de ella, siempre es de noche, todos son monstruos. Yo lo recuerdo así.

Los circos y la polémica que crean.

Últimamente, no hago más que ver unos desagradables carteles diciendo que los circos, maltratan a los animales.

Gente que dice que les pegan, les maltratan, les obligan a hacer cosas extrañas y por encima, no les alimentan. Gente que hablan de ellos como si fuesen toreros, clavando palos en sus corazones y riéndose al ver la sangre salpicar. Gente que me da asco, personalmente.

He de decir (y muchos rechinaréis vuestros dientes mientras me respondéis con odio diciendo “no porque blablablá y blablablá”) que esto no es así. Puede ser, Y PUEDE SER, que en algún momento, hubiese algún imbécil (uno solo, algún degenerado suelto), que tanto puede ser el que se meta en un circo a pegar animales, como en tu casa a violar a tu hija o en la política a llenar el país de mierda. Alguno habrá.

Pero estas nuevas estúpidas leyes (o intento de ellas) de “No a los animales en los circos”, demuestran que no se han parado a mirar cómo funciona un circo hoy en día, y mucho menos que son los animales para ellos.

De entre varias personas, podría decir que soy como mínimo conocedora de cinco circos diferentes y amiga profunda de un par. Les he visto alimentando a sus animales, paseándolos, jugando con ellos y dándole todo el amor que le podría dar cualquiera a su mascota. Los entrenamientos no son ni para nada lo que la gente cuenta. No les pegan. Al contrario, hacen como se haría en cualquier casa, con cualquier mascota. En vez de “la patita” y una chuche, pues es “salta” y una chuche. Ni látigos, ni aros de fuego, ni ganchos ni desnutrición. Viven magníficamente y cada uno tiene su terreno habilitado para el tipo de animal que es. Cada uno tiene la compañía de un niño que le sonríe y un adulto que le cuida.

Los animales han sido desde siempre un punto importante en los espectáculos. Y no por ello nada tiene que ser agresivo o cruel. ¿Creéis de verdad que si esos animales estuviesen tan mal y sufriendo tanto, no se rebelarían? Tú intenta pegar a un león, por mucho que tengas un látigo y una silla, a ver donde acaba tu cabeza. Venga, por dios, es que es ridículo.

Sin embargo, ¿Cuántos de vosotros habéis visto a niños pequeños durmiendo abrazados a un tigre? ¿O dándole un biberón?

Claro, ahora entraréis en lo de “pero es que no están en su hábitat natural”, “pero es que están en jaulas”. Y yo os digo: En los Zoos están igual o peor y a nadie le importa. ¿Por qué? ¿Por qué si llueve, les llueve encima? ¿Por eso? ¿O porque puedes hacerles todas las fotos que quieres y como les ves tranquilos no pasa nada?

Los animales de circo también tienen sus cuidados. También se llevan a veterinarios y tienen un seguimiento. Además con la ventaja de formar parte de una gran familia que les cuida y les quiere.

Imagínate que tienes un perro (o si lo tienes, mejor), y de golpe aparece alguien que no te conoce de nada y dice “me lo llevo porque CREO que lo maltratas”. ¿Y qué pruebas tiene? ¿Y si te has gastado miles de euros en él para que esté bien? ¿Y todas las veces que le has sacado a pasear o le has tapado con una manta? ¿Tu perro lloraría? ¿Tú llorarías? Ellos también lloran. Pero claro, como no habéis visto a un tigre o a un mono llorando por su dueño, os pensáis que no pasa nada, ¿no? Como se pintan la cara de payaso, los del circo no lloran, ¿no? Todos crueles e insensibles, claro.

Pues no. No están más que inventando estupideces sobre ellos sin entrar en uno y ver que hay en realidad. Todo lo ven de la forma negativa y se olvidan de todo lo bueno. ¿Qué tienen una jaula? Bueno, la tienen, ¿te piensas que viven ahí siempre?

Y por otra parte, está la gente que dice “tienen que devolverlos a su hábitat natural”. Si, claro, olé tus huevos. ¿Tu te crees que un tigre criado en casa sabe cazar? ¿Te crees que iba a sobrevivir? Esos son los peores. Los que abandonan los perros en las carreteras y los gatos en los bosques porque “libres estarán mejor” y luego aparecen atropellados y muertos.

Un animal que ha nacido en “su hábitat”, va a estar genial, por supuesto. Pero uno que ha nacido en casa, también. ¿O te olvidas de que tu también eres un animal? ¿Te gustaría estar en la calle, a la intemperie, cazando bichitos para comer y sin ropa? Pues que sepas que los que han estado en la comodidad del calor en invierno, el amor de las personas y la comida infinita y gratis también aprecian eso, y no lo quieren cambiar. Créeme que si un animalazo de esos se quiere ir, se va a ir. Pesan toneladas. Y no te creas que tengan miedo a nada.

En definitiva, los animales ahí están bien. ¿Qué puede haber algún degenerado? Puede haberlo. Pero, ¿han de pagar todos por eso? Si yo mato a mi perro, ¿Por qué han de quitarte a ti el tuyo? ¿Le ves sentido? Pues si se lo ves, es que algo anda mal en tu cabeza…

Venga va, abrid los ojos un poquito, por favor.Vuestra unica prueba son películas de terror.Y repito. No niego que alguno habrá. Pero no es justo que todos paguen por ello.Vosotros tampoco sois libres, en vuestra casa, con la comida hecha y la ropa puesta, pero estáis cómodos, ¿no?

Cada uno entiende lo que quiere entender, y ve lo que quiere ver.



Os invito a que veáis este vídeo, así como otros, donde se puede apreciar el odio y rencor que tienen los animales a sus dueños. Todo rabia, ¿eh?

!Mañana es el día mundial del circo!
¡Di "sí" al circo con animales!

Temps enrere. / Tiempo atrás.

Cançó apropiada / Canción apropiada
Voldria tornar enrere. Voldria ser tendre un altre cop.
Que ningú em fes mal en el meu camí, que la vida fos un joc.
Mai podré recuperar el que vaig perdre. Em fa mal, m'ho fa.
Però vull avançar feliç, no amb els peus plens de fang.

Encara que no recordi les paraules. Encara que em costi parlar.
Vull tornar enrere, a aquella època en la qual somriure era fàcil.
Ser petita de nou, fer les abraçades més plenes, més fortes. Cantar.

I si algú es fiqués en mig, mossegar-li les cames, esgarrapar-li les orelles.
Per continuar avançant la meva ruta, per no perdre'm.

Voldria tornar a gaudir veient els núvols al cel, les onades al mar.
Passar-ho bé fent castells de sorra, pujar a les atracciones del parc.
Gronxar-me ben alt, fins a tocar les rames d'un arbre amb les puntes dels peus.
Sentir-me forta quan aconsegueixo no plorar.

Voldria tornar enrere, voldria volar.

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Quisiera volver atrás. Quisiera ser tierna otra vez.
Que nadie me hiciese daño en mi camino, que la vida fuese un juego.
Nunca podré recuperar lo que perdí. Me hace daño, me lo hace.
Pero quiero avanzar feliz, no con los pies llenos de barro.

Aunque no recuerde las palabras. Aunque me cueste hablar.
Quiero volver atrás, a aquella época en la cual sonreír era fácil.
Ser pequeña de nuevo, dar los abrazos más llenos, más fuertes. Cantar.

Y si alguien se metiese en medio, morderle las piernas, arañarle las orejas.
Para seguir avanzando mi ruta, para no perderme.

Quisiera volver a disfrutar viendo las nubes en el cielo, las olas en el mar.
Pasármelo bien haciendo castillos de arena, subir a las atracciones del parque.
Columpiarme bien alto, hasta tocar las ramas de un árbol con las puntas de los pies.
Sentirme fuerte cuando consigo no llorar.

Quisiera volver atrás, quisiera volar.

El proyecto Mariposa.


Hace tiempo, vi una serie de anime que me gustó mucho.
Se llamaba "Durarara!!" y terminaba hablando de un grupo de jóvenes anónimos que hacían cara a los grupos de jóvenes agresivos, vándalos y otro grupos de mala gente.
El movimiento que creó ese grupo, fue tan grande que los chicos de la vida real,
decidieron hacer ese equipo de verdad.

Es una especie de sociedad, que se dedica a intentar hacer el mundo un poco mejor. A corregir los errores de los demás y a ayudar a todo aquel que necesite ayuda.
Dicho grupo, es conocido como "Dollars".

Hoy vengo aquí a comentaros un movimiento que vi hace tiempo en la página oficial del grupo. Probablemente, no sea un movimiento originario de ellos, si no algo que llevaría como idea expuesta en Internet mucho tiempo. Pero quiero compartirlo con vosotros.

Se llama "El proyecto Mariposa".



El proyecto mariposa, es un proyecto para ayudar a la gente con problemas emocionales. Principalmente para la gente que quiere recurrir al suicidio por alguna causa,
o para gente que a causa de una depresión o malestar, se plantea hacer cosas malas.
Ya no solo con su cuerpo, como veremos en las normas de este proyecto, el cual está enfocado más bien como un juego, si no en general, con su vida, o con todo lo que el usuario crea necesario.

LAS REGLAS SON:

-1:
Cuando tengas ganas de cortarte o de hacerte algo malo, coge un rotulador permanente y píntate una mariposa en la mano, en el brazo o en cualquier sitio donde la puedas ver constantemente.

-2: Una vez tengas la mariposa dibujada, ponle a esa mariposa el nombre de alguien a quien quieras mucho, alguien a quien aprecies, admires o alguien que sepas que se siente así contigo. Cualquier persona que respetes estará bien.

-3: No puedes borrar esa mariposa de forma forzada. No puedes frotarla, ni limpiarla de forma excesiva. Has de dejar que se borre de forma natural. ¡Pero no dejes de ducharte por ello!

-4: Si te haces algún corte, o daño a ti mismo, sea físico o emocional, antes de que esa mariposa se haya borrado por completo, la habrás matado. ¡Y recuerda que tenía el nombre de un ser querido! Sería como matar un trocito de esa persona... Si eres capaz de aguantar el tiempo que la mariposa dure sin borrarse, sin hacerte nada malo, esa mariposa podrá despegarse de ti y salir volando, viva.

-5: Puedes tener muchas mariposas juntas. Sin embargo, un solo corte, una sola falta de respeto a ti mismo, hará que mueran todas. Morirían los trocitos de muchas personas a las que quieres.

-6: Una persona preocupada por ti, puede pedirte que te dibujes una mariposa. Incluso puede hacerlo ella misma. Las mariposas que te dibujan los demás, son más frágiles y hay que tratarlas con más cuidado. ¡Ya no es una mariposa con el nombre de una persona querida, si no que es directamente una mariposa de dicha persona! Es suya, así que cuídala bien.

-7: Si tu no tienes intenciones de cortarte ni hacer nada malo contigo mismo, pero conoces a alguien que está en esa situación, además de pedirle que se pinte una por ti, o pintársela tu mismo, puedes pintártela a ti. Si te pintas la mariposa para ayudar a alguien, esa mariposa tiene el nombre de la persona a la que quieres ayudar.
¡Podrías mandarle una foto para que lo viese, y explicarle esta historia!

Es extraño como nos parecemos.

Me haces acordarme de las tardes en las que me lo pasaba bien. Me haces acordarme de los miedos que tuve. Me das mucha ternura, me transmites mucho cariño y en algunas situaciones, siento pena por ti, pena por no poder ayudarte. Pero te miro y me veo. Me veo en el pasado, quizá en otras circunstancias, pero unas parecidas. Seguramente, tal y como habría sido yo sin mi refugio eterno, sin mi adicción por lo bonito, por lo fácil.

Eres como un espejo. Un espejo a mi pasado, como una segunda oportunidad para arreglar algo en mi misma mientras a la vez, soluciono algo para ti. Y la sensación es bonita, agradable, pero tengo miedo de hacer algo mal, de volverlo a estropear todo, de dañarte, de dañarme.

Espero hacer bien en todo y que avances feliz por tu vida. Espero ser para ti el héroe que yo nunca tuve, los consejos que nunca me dieron y el soporte que me faltó. Y sobre todo, espero que sigas sonriendo y cantando, por que son cosas propias de ti y me encantan.

Es extraño como nos parecemos. Extraño como tu canción.

Los recuerdos pasan a través de mi memoria, como si siempre hubieses estado ahí, como si fuesen tuyos.
Vienna Teng - Eric's Song

Como si fuésemos lo mismo.

Desde que nací, siempre estuviste a mi lado. Nunca supe por donde buscarte, ni siquiera pensé que te encontraría en alguna parte y sin embargo, siempre estuviste de alguna forma conmigo.

Se que estás como estuviste siempre, despreocupado, tranquilo, feliz. Se que seguirás así todo el tiempo que necesite, por que para esas cosas, tú eres así. Pero yo no se durante cuanto tiempo seguiré existiendo.

Los fragmentos de tu alma son duraderos, largos, eternos. Están fraccionados, distantes, volando entre diferentes personas, como parásitos, por todos lados. Y mi alma está prácticamente completa. Es pasada, incómoda, poco llevadera.

Cuesta moverla de su sitio y quizá algún día, no pueda seguir flotando. Quizá algún día, se pare sin más para no volver a arrancar. Y si eso pasase, ¿que sería de ti? ¿Dónde ibas a estar? Me lo pregunto a veces, me lo pregunto siempre que veo el cielo, me lo pregunto si te veo sonreír.

Cuando me sentía sola, siempre volvías a aparecer, no importaba dónde, no importaba cuándo. De la nada, un fragmento de ti se hacía presente, aunque fuesen unas horas, aunque fuesen unos días, aunque después de fueses. Eras tú, estabas, como desde que nací, y me calmabas el pecho, me tranquilizabas el corazón.

Me gustaría volver a ver los atardeceres contigo. Quisiera rebobinar mi vida una y otra vez, para vivir siempre aquellos días. Pero por algún motivo, no puedo. Y seguramente, desapareceré. Cuando lo haga, ¿que harás tú? ¿Buscarás otro corazón que calmar? ¿Buscarás encontrarme en otro lugar? Porque aunque mi alma se estancase en un solo sitio, yo te seguiría buscando...

Simplemente espero que, como siempre, aparezcas, sonrías, sonrías mucho, muchísimo, y me muestres tu felicidad, tan simple y complaciente. Como un padre, como un hermano, como yo. Siempre estuviste ahí. Como si en realidad... no fuésemos algo diferente. Como si enamorarme de ti, significase amarme a mi misma.

Eso es lo que hemos sido siempre.