|
Pixiv Id 1587239 Ryouga (fm59) |
Pierdo el tiempo pensando en todo lo que podría hacer. Lo
pierdo porque no hago nada con él. Sólo acumulo ideas que no sé desarrollar y
al final, siempre tengo frente a mí un lienzo en blanco.
Y me pregunto qué hago
mal, qué me está faltando por hacer. No puedo comprender qué es lo que no estoy
comprendiendo. No puedo aprender lo que no aprendo. No se puede saber si no te
enseñan a aprender y no me han enseñado a comprender nada nunca. No diré que no
lo han intentado.
Pero probablemente jamás haya dado fruto. Sólo he aprendido
conductas repetitivas, que si te sonríen debes sonreír, que está mal no dar la
mano si te la tienden. Pero nunca he comprendido el porqué de esas cosas. Nunca
he comprendido porque en mi cabeza hay un universo de ideas que cuando quiero
plasmar en un papel, no salen.
Me siento en blanco, como el lienzo. Con un
montón de posibilidades detrás, que cargo a mi espalda, pero no sé explotar. Y
todo ese peso, todo lo que quiero decir y nunca encuentro cómo, se rompe dentro
de mí. Se convierte en silencios, se convierte en gritos. En golpes contra la
pared, contra el suelo. En miradas perdidas, en una sensación de soledad
constante, eterna.
Te envuelve toda esa angustia y aunque estés en el mejor de
tus momentos, no puedes evitar distanciarte. Porque ves a los demás llenos de
colores, de palabras, de ideas. Con algo definido, siendo alguien. Y mientras
tanto tú, es decir yo, sólo soy un intento. Un intento constante. Sin terminar.
Un proyecto a medias. Un trazo, un dibujo sin delinear. Soy el cuaderno de
colorear que nadie ha utilizado. Soy ese lápiz blanco que ve morir a sus
compañeros en el estuche y se pregunta por qué el sigue sin escribir nada. Como
las libretas a medio usar destinadas al olvido. Sabiendo los grandes libros que
hay ahí fuera, sabiendo todo lo que me queda por escribir, todo lo que podría
hacer, pero no lo hago
¿Cómo se hace? ¿Cómo lo hace la gente para continuar? ¿Cómo se definen a sí mismos? No entiendo las interacciones sociales, no
entiendo cuando es el momento de decir algo o cuando no lo es. No entiendo por
qué el ser directo, el ser sincero, es tan ofensivo. No entiendo la necesidad
imperiosa que tiene la gente por mentir. Por ocultarse, por ponerse una
máscara. ¿A caso la vida es un antiguo baile de salón? ¿A caso soy la única que
ve el presente como lo que es? ¿O al contrario soy la única que no puede ver
nada? Y por eso no me puedo expresar…
A veces estoy llorando, delante de todos
vosotros. Pero no lo veis, porque no puedo llorar. Lloro sin lágrimas. Lloro
por dentro. Callada. Sin saber que ocurre a mi alrededor, sumergida en mi
cabeza. Desconecto, no lo controlo y por dentro, grito, me ahogo. Quiero salir
de ahí pero no puedo, no sé cómo. Necesito un estímulo externo y a veces el
mismo me asusta y me hace querer evadirme de nuevo. Me hace necesitar estar
sola a pesar de haberme distanciado porque necesitaba no estarlo. Es más complicado
de lo que podría llegar a explicar.
Como siempre, todo lo que hago sólo es un
intento. Incluso esto. Siento que jamás he terminado nada. Sé que todo se puede
mejorar. Sé que nadie se conforma y buscan avanzar, pero yo lo dejo estar,
porque pienso que no puedo dar lo suficiente. Asumo mis límites. Dicen que es
lo peor que puedo hacer, pero cuando me presiono más de lo que mi corazón me
permite, acabo hundiéndome tanto que no quiero volver a hacer jamás lo que
fuese que estaba haciendo.
Y mientras tanto me lleno de dudas y sigo analizando todo aquello que no
comprendo. Me pregunto por qué cuando la gente empieza a hablar se ponen en
corrillo y de alguna forma siempre acabo fuera del círculo. Me pregunto por qué
sus expresiones corporales no se corresponden a sus actos o a aquello que están
diciendo. Me pregunto por qué siguen acercándose a aquellos a quienes no les caen
bien, a aquellos a quienes les desean el mal. Sigo pensando en los demás y
comparándolos con mí.
Siempre estoy la última en todo. Si la vida fuese una
fila, yo estaría por el final. Donde nadie me ve, donde nadie me recuerda. Pero
desde ahí lo estoy viendo todo. Intento seguiros, pero el ritmo es demasiado
para mí. Siempre tropiezo y me caigo y al final, voy dos pasos más detrás. Así
cada día. Hasta que llega un punto en el que la distancia que nos separa se
mide en años. Quiero coger este lienzo y gritar ayuda con él. Lanzarlo hacia
delante, lo más posible y esperar que alguien lo vea. Que alguien retroceda y
venga a por mí. Pero después me pregunto que para qué. Si total, sólo estaría
robándole tiempo a personas que puede que sí estén haciendo algo importante.
Porque volvería a caerme. Volvería a quedarme detrás. Y este lienzo lleno de
posibilidades, ya no lo tendría.
Sólo me queda seguir escarbando dentro de mí.
Seguir intentándolo todo. Intentar comprender, mejorar, crecer, aprender.
Intentar hacer algo de mí, algo conmigo. Intentar expresarme, para así intentar
que todo sea más fácil de comprender para los demás. Porque de algo soy
consciente. Mi problema no es sólo de dentro hacia fuera. También es de fuera
hacia dentro. Alguien que no está comprendiendo nada, es fácil que sea alguien
completamente incomprendido. Es como si hablase en otro idioma, aunque
cualquier persona pueda entender lo que digo. Como si mis palabras estuviesen
en un plano diferente al que no pueden acceder. Y las suyas estén ahí, en la
realidad. Un lugar al que no pertenezco. Porque puede que, igual que aquello
que es posible, yo no sea real. Como esa frase que siempre dije. “Lo imposible
también es real porque la realidad es posible”. Aunque eso es tan confuso que
perdería el sentido, incluso para mí.
Pero aquí estoy, perdiendo el tiempo.
Pensando en todo lo que podría hacer y no hago. Acumulando ideas, conceptos,
preguntas. Haciendo nada, como siempre. Mirando el lienzo en blanco, llenándolo
de escoria que no lleva a ninguna parte. Para nada más que dejar salir algo que
no puedo controlar. Para nada más que intentar quitarme un peso de encima. De
nuevo malgastando el tiempo, malgastando el papel.
Siempre vuelco el corazón en
las cosas equivocadas. O eso me dicen. Yo siempre hago lo que creo correcto.
Dentro de lo que me puedo permitir, de lo que puedo soportar, siempre hago lo que
considero mejor. Pero siempre dicen que es lo equivocado. Yo no puedo verlo
así. Lo he intentado cientos, miles de veces. Pero no soy capaz. Si mi corazón
me dice que haga algo, ¿cómo podría estar equivocado? No me puedo creer que el
mundo funcione así. No puedo dejar de pensar que quienes se equivocan son los
demás. Aunque siempre me digan que no, que soy yo. Intento asumirlo y vivir con
ello, pero duele demasiado. ¿Este es el mundo en el que queréis vivir? ¿Esto es
lo que queréis ser? ¿Lo que queréis dejar? Ocultando lo que sentís, sin
demostrar amor a quienes queréis, escapando del afecto si no es exactamente
aquél que habíais soñado, llenos de ira, rencor, rabia. Empujados por la
competencia, motivados por aquello a lo que creo, llamáis enemistad. No le veo
ningún sentido.
En mi cabeza, siempre sueño con la utopía. Tan lejos de mí, que
sigo dentro de mi burbuja… Pero sueño con ella, para así poder salir de esta
pompa de cristal que me aísla. Poder salir y no toparme con todo lo que me aterra.
Yo sigo intentándolo, pero desde el principio siento que no puedo más. Siento
que me muero, que voy a explotar. No puedo entender, no entiendo nada. ¿Cómo
esa persona a la que tanto quiero, que tanto me quiso, dice que ya no hay nada?
¿Cómo puede verme por la calle y no querer venir corriendo a abrazarme? Yo
quiero. Pero me han dicho que está mal. Me veo influenciada por cosas que no
comprendo. Os dais la razón entre vosotros, pero, de verdad me pregunto, ¿la
tenéis? ¿Habéis mirado muy dentro, al fondo de vuestros corazones?
Pienso que a
nadie le gusta ver a un ser querido y fingir que no pasa nada. Cruzarse con
ellos por la calle y agachar la mirada. ¿Por qué estamos haciendo eso? Yo lo hago
porque me han obligado a actuar así a la fuerza. Pero no lo haría. Yo no es lo que
quiero hacer. Prefiero ponerme a llorar ahí en medio de todo que seguir
guardando todo lo que no se me permite expresar. Tengo suficiente con todo lo
que no soy capaz de expresar por mí misma como para que lo poco que tengo
claro, esté todo prohibido, esté todo mal. Pero si expreso una emoción
inesperada en un lugar inesperado, o según algunos inadecuado, eso es hacer el
ridículo.
Llorar es hacer el ridículo. Mirar con cara de enamorado es hacer el
ridículo. Reírse muy fuerte es hacer el ridículo. Todo lo que no sea ser un
témpano parece ser que significa estar haciendo el ridículo y nos agudizan
mucho dicho sentido, haciéndonos creer que nadie nos querrá si hacemos el
ridículo demasiado. ¿Pero dónde está el punto? Yo no lo consigo ver. Porque la
gente se ríe de cosas que no me hacen gracia o llora en momentos que no
comprendo. Y en otros que me parecerían super evidentes, se lo guardan. ¿Qué
tiene de bueno? Yo no sé hacer eso. No puedo. No quiero.
Entonces siempre soy
un témpano. Mi cara es inmóvil y siempre me preguntan que por qué estoy
enfadada. Que si estoy bien. Claro, ¿qué voy a decir? Estoy bien, por supuesto.
Todo lo bien que se puede estar frente a una sociedad que no te permite
demostrar lo que sientes cuando lo sientes porque eso está mal. Todo lo bien
que se puede estar sabiendo que sólo en pequeños grupos con los que tengas confianza, podrás decir algo que sea escuchado, sólo en pocas ocasiones con
pocas personas podrás reírte. Estoy todo lo bien que se puede estar intentando
hacer todo lo mejor posible según mi criterio en un mundo donde mi criterio no
vale nada porque se sale de la norma. Y lo sigo intentando.
Me pregunto cómo
rellenar el cuadro que me define, el libro de mi vida. Y me pregunto qué hago
mal, qué me está faltando por hacer. Sólo acumulo ideas que no sé desarrollar y
al final, siempre tengo frente a mí un lienzo en blanco. Un intento.