Me gusta



Me gusta la gente que la quiere de verdad. Y la gente a la que ella quiere. Pero sobretodo, me gusta ella. Gracias por cuidarla y por darle de nuevo significado a la palabra “familia” en mi vida.

Ni siquiera...



Ni siquiera me has tenido que dejar para romperme, ni siquiera has tenido que quererme. Me bastaron tus palabras, tus mentiras y suspiros para haber ido contigo y darlo todo, amigo.

Para ti ya ni un recuerdo es mi imagen y como niños imprudentes que no saben lo que hacen yo aún te miro sin cruzar y te recogo los balones, qué a balcones van a dar dónde otros contigo yacen.

Sólo oirte respirar, sólo verte sonreír, para mí era bastante, un motivo de vivir. Por poderte ayudar, me vi hundida en el fuego, por quererte rescatar, me vi presa de mis miedos. Y para nada, engañada, veo llagas en mis dedos.

Quise hablarte del amor, enseñarte a sentir, en tus cálidas manos posé mi latir. No querías atender, sólo era una mujer. Otro cuento de tu historia dónde tuya es la gloria y los demás somos peones, pues comida de leones no tiende a permanecer.

Puedes verme perecer. Suplicando por morir. No querer amanecer. Olvidarme de sentir. Culpa tuya, insensato. Cada puya, es un dato.
Si me hubieses respetado, si te hubieses disculpado o te hubieses comportado, te daría ese visado que ansías. Cosas mías. Yo he doblado.

Pero ni siquiera me has tenido que dejar para romperme, ni siquiera has tenido que quererme.