Estira, estira. Crece, crece.


Bien, como dije mi hombro me ha dado una oportunidad y yo no iba a perderla. Tras unos días viendo que no había dolor, decidí ir directa a la academia de circo que había encontrado por esta zona, Circo Nove. La verdad, me ha costado encontrar la escuela porque, o tenían la dirección mal puesta, o el GPS es imbécil. El caso es que la he encontrado al final.

Ayer Martes, probé a hacer acrobacias aéreas, pero... vi que lo había perdido todo. No tengo nada de fuerza en los brazos, a penas puedo conmigo misma. Solo me di subido al trapecio más bajito y hice la sirena. Nada más que eso. Pero me gustó.

Esta mañana he ido con Luisma a preparación física, y la verdad, fuerza no tengo ninguna, pero al menos equilibrio y flexibilidad todavía tengo un poco. Me gusta porque es intenso pero relajado a la vez. Nunca me ha gustado demasiado correr y ese tipo de cosas, así que considero que la clase de hoy ha sido agradable.

Me siento contenta, aunque parece que me hayan dado una paliza. Estoy llena de moratones y agujetas. Me han crujido todos los músculos, huesos y todo lo que pueda crujir. Tras ayer y hoy, siento la espalda un poco cargada, pero noto que no es el dolor de siempre, si no el dolor de usar el músculo. Ese que aparentemente llevaba pinzado sus más de 700 días.

También que la gente de ahí tiene una buena energía y te pones positivo. Sientes que podrás con todo, aunque no sea hoy, y eso hace que uno se sienta bien. Yo con volver a mi masa corporal de antes, creo que la energía en los brazos la ganaré rápido y podré volver a ser una mujer de curvas bellas en las alturas. Todavía no se a que aspiro con esto, porque el hecho de vivir en pareja me beta un poco lo de volver a intentar trabajar en un circo, pero... ¿Quien sabe?

En definitiva, odio el deporte pero adoro las acrobacias y ejercicios de estiramientos y flexibilidad. Rara, ¿no? Con deporte digo... correr. Me pone fatal, pero en cambio intentar que me lleguen los pies a la cabeza me parece genial.

Eso sí, lo de las dietas lo llevo mal. Pero intentaré controlarme cada vez un poco más, como llevo haciendo meses.


Quiero volver a sentirme bien, a controlar mi cuerpo. Cansarme nunca me ha gustado, pero exhibirme sí.
Me encantaría volver a decir "yo también se hacer eso" y poder demostrarlo.
Ya tendré tiempo para envejecer y no poder hacerlo.
Ahora que puedo, quiero.
Y lo haré.

Oportunidades.


Las oportunidades que nos da el tiempo, suelen ser infinitas. Pero nosotros siempre estamos muy ocupados lamentándonos de los males y las desaprovechamos. Olvidándonos de sonreírle a lo bueno, como a un abrazo, como a un beso. Sin saber sonreírle a una tarde bonita. Parece que hasta que no vemos el final del camino, no nos esforzamos en que este sea bueno.

Envidio a esas personas que saben y supieron vivir sus vidas tranquilos consigo mismos, felices y haciendo reír a los demás. Envidio todo lo que pensé ser y está siendo otra gente porque por muchas razones yo ya no me veía capaz. Porque desaproveché la oportunidad.

Aunque a veces, un poquito, consigo sentirme bien. A veces consigo salir del dolor y decir "no es para tanto, sé feliz", y pretendo serlo. Me gustaría ser como el sol, anaranjado, con tonos rosa. Como el amanecer, como el atardecer. Ese haz de luz que marca el inicio y el final del día, esos colores preciosos. Me gustaría dar esperanza a la gente, cautivar sus corazones.

Quiero coger esas veces en las que me siento bien, como si todo fuesen cosas "pomposas", blanditas, preciosas, y avanzar hasta el infinito. Quiero pasarme las noches mirando las estrellas, oír sus historias, y las mañanas dándole las buenas noches al sol. Avanzar en los saltos y recordar un pequeño baile, un grito de victoria. Sonreír un poco más para mi.

Crecer, subir, cantar y aun así, no dejar de ser una niña. Seguir. Tener oportunidades.

Quiero aprovechar esta oportunidad, porque creo que mi brazo me va a dejar seguir soñando.
Volver a subirme a un trapecio, volver a dibujar cuanto quiera.
No quiero dejar ir mis sueños.
Gracias, Zach.

Nadie lo iba a comprender.


Nadie lo iba a comprender.
Porque lo que pude sentir contigo, no era algo normal, no era algo común.
Y lo guardaré siempre en mi interior, como lo prohibido, lo anhelado.
Era tan agradable como pecado. Malo, muy malo.

Siempre busqué algo parecido a ti, similar a tu forma de ser.
Pero no hubo nada que te igualase. Ni siquiera quien decía ser igual que tú.
Él era diferente, incluso a quien siempre he estado buscando, era diferente.
Pero aunque no quiera decirlo nunca, lo importante eras tu.

Nadie lo iba a comprender.
No, nadie lo entendería. Porque hay cosas sobre nosotros que todavía nadie sabe,
y que espero que nadie sepa nunca. Porque, quizá, si las supieran, dejaría de pertenecer a tu mundo. Quizá perdería el derecho de estar a tu lado y tu la obligación de cuidar de mí.

Pero aunque un haz de luz me guíe hacia ciertos sentimientos, mi corazón sigue latiendo porque puede recordarte. Porque quizá eres lo único que recuerdo con claridad.

Esas noches quedaron atrás, muy atrás. En mis más vagos recuerdos, como un trauma quizá.
Nadie sabe de ellas, nadie puede responderme. Y es que a nadie le iba a preguntar sobre ello.
Pero cuando lo recuerdo, mi bello se eriza, mis mejillas se sonrojan, y yo misma me cuestiono el por qué de aquello. El por qué de tu, el por qué de yo. Y me cuestiono cuando acabó, el por qué de que tuviese que acabar.

Jamás sentí odio hacia ti por nada de eso. Siempre hacías que todo fuese un poco más agradable.
Y aunque después tu gran, gran vacío, pudo ser llenado o quizá tapado, yo lo recuerdo como algo maravilloso. Algo que me gustaría recuperar. O por lo menos, recuperar el verte sonreír.

Pero es que... nadie lo iba a comprender.

Siempre has estado tan cerca, tan lejos, siendo parte de mí...
Añoro tu protección. Y cada vez que me encuentro algo que parece un fragmento de ti... me ilusiono. Quiero aferrarme a ello, aunque no seas tu.  Es una locura peculiar.

No lo comprenderíais.