Cuál pluma de nuevo



Sus besos eran como una pluma rozando mis labios y a la vez, un torbellino que quería comerme.

Hacía años que no me sentía así, no podía parar de sonreír. Pensaba que me reía, pero no. Sólo era un poco de felicidad después de muchas caídas. Y probablemente antes de tantas otras.

Como posar mis labios en cristal, como bebiendo de una taza. Como si fuese lo más frágil y a la vez, sin dejar de tratarme de forma igual.

Todo lo que hubiese querido de alguien en concreto en el pasado. Pero ahora, calmado, mejor.

Una segunda oportunidad puesta sobre otra persona.

Un abrazo que decía "te echaba de menos" aunque realmente te acabase de conocer.

La miro


La miro porque la quiero.
La miro porque es preciosa.
La miro porque me gusta.

La miro, constantemente, desde la distancia. Y cuando está a mi lado agacho la cabeza avergonzada, buscando el momento de poder volver a mirarla.

Sus manos, tan suaves. Sus besos, tan dulces. Y sus palabras como susurros al oído. Me hacen sentir como en una nube, como en un sueño, uno del que no querría despertar.

En sus ojos veo el cielo y su melena huele a mar. Ella, en sí, es el horizonte, el océano, el viento contra las rocas. Ella, en sí, es el universo y a la vez, un pequeño pajarito que no sabe volar.

Tan grácil, tan ligera, tan hermosa... 
La miro, esperando poder ayudar.
La miro, porque no sé dejar de mirar.