Como si fuésemos lo mismo.

Desde que nací, siempre estuviste a mi lado. Nunca supe por donde buscarte, ni siquiera pensé que te encontraría en alguna parte y sin embargo, siempre estuviste de alguna forma conmigo.

Se que estás como estuviste siempre, despreocupado, tranquilo, feliz. Se que seguirás así todo el tiempo que necesite, por que para esas cosas, tú eres así. Pero yo no se durante cuanto tiempo seguiré existiendo.

Los fragmentos de tu alma son duraderos, largos, eternos. Están fraccionados, distantes, volando entre diferentes personas, como parásitos, por todos lados. Y mi alma está prácticamente completa. Es pasada, incómoda, poco llevadera.

Cuesta moverla de su sitio y quizá algún día, no pueda seguir flotando. Quizá algún día, se pare sin más para no volver a arrancar. Y si eso pasase, ¿que sería de ti? ¿Dónde ibas a estar? Me lo pregunto a veces, me lo pregunto siempre que veo el cielo, me lo pregunto si te veo sonreír.

Cuando me sentía sola, siempre volvías a aparecer, no importaba dónde, no importaba cuándo. De la nada, un fragmento de ti se hacía presente, aunque fuesen unas horas, aunque fuesen unos días, aunque después de fueses. Eras tú, estabas, como desde que nací, y me calmabas el pecho, me tranquilizabas el corazón.

Me gustaría volver a ver los atardeceres contigo. Quisiera rebobinar mi vida una y otra vez, para vivir siempre aquellos días. Pero por algún motivo, no puedo. Y seguramente, desapareceré. Cuando lo haga, ¿que harás tú? ¿Buscarás otro corazón que calmar? ¿Buscarás encontrarme en otro lugar? Porque aunque mi alma se estancase en un solo sitio, yo te seguiría buscando...

Simplemente espero que, como siempre, aparezcas, sonrías, sonrías mucho, muchísimo, y me muestres tu felicidad, tan simple y complaciente. Como un padre, como un hermano, como yo. Siempre estuviste ahí. Como si en realidad... no fuésemos algo diferente. Como si enamorarme de ti, significase amarme a mi misma.

Eso es lo que hemos sido siempre.

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