Protégeme, ayúdame.



En cualquier lugar, en cualquier parte, siempre estuviste protegiéndome y ayudándome.
En lugares extraños y en lugares habituales. Cuando me afrontaba a la vida, o al precipicio de la muerte, siempre estabas para salvarme. Tantas veces las que jugamos, tantos sitios los que corrimos, en un territorio tan pequeño para el mundo y tan infinito a mis ojos, que no podría contarlas con el orden numérico de ningún mundo.

Me cuidabas, cuál buen hermano que eras, me apoyabas y a pesar de tus reprimendas eventuales, jamás tuvimos grandes discusiones. Me encubriste en ocasiones, al igual que yo también te encubría, como cómplices, como portadores de la misma sangre... o eso quiero recordar.

Y a pesar de las posibilidades, de las palabras de aquella persona, esa cual destruyó todo, cual manchó de sangre mis recuerdos, roja como la vida, carmesí como su pelaje, quiero seguir pensando que siempre estuve a tu lado pues todo lo que recuerdo empieza desde un punto lejano, donde tú ya eras conocido a mis ojos, ojos de cría, ojos de infante.

Esos ojos con los que miran el mundo los niños, los que me gustaría conservar eternamente.
Quiero seguir pensando que en cualquier lugar, en cualquier parte, estarás siempre protegiéndome, ayudándome, pero... ¿Dónde estás, Upcto?


No hay comentarios:

Publicar un comentario