Nadie lo iba a comprender.


Nadie lo iba a comprender.
Porque lo que pude sentir contigo, no era algo normal, no era algo común.
Y lo guardaré siempre en mi interior, como lo prohibido, lo anhelado.
Era tan agradable como pecado. Malo, muy malo.

Siempre busqué algo parecido a ti, similar a tu forma de ser.
Pero no hubo nada que te igualase. Ni siquiera quien decía ser igual que tú.
Él era diferente, incluso a quien siempre he estado buscando, era diferente.
Pero aunque no quiera decirlo nunca, lo importante eras tu.

Nadie lo iba a comprender.
No, nadie lo entendería. Porque hay cosas sobre nosotros que todavía nadie sabe,
y que espero que nadie sepa nunca. Porque, quizá, si las supieran, dejaría de pertenecer a tu mundo. Quizá perdería el derecho de estar a tu lado y tu la obligación de cuidar de mí.

Pero aunque un haz de luz me guíe hacia ciertos sentimientos, mi corazón sigue latiendo porque puede recordarte. Porque quizá eres lo único que recuerdo con claridad.

Esas noches quedaron atrás, muy atrás. En mis más vagos recuerdos, como un trauma quizá.
Nadie sabe de ellas, nadie puede responderme. Y es que a nadie le iba a preguntar sobre ello.
Pero cuando lo recuerdo, mi bello se eriza, mis mejillas se sonrojan, y yo misma me cuestiono el por qué de aquello. El por qué de tu, el por qué de yo. Y me cuestiono cuando acabó, el por qué de que tuviese que acabar.

Jamás sentí odio hacia ti por nada de eso. Siempre hacías que todo fuese un poco más agradable.
Y aunque después tu gran, gran vacío, pudo ser llenado o quizá tapado, yo lo recuerdo como algo maravilloso. Algo que me gustaría recuperar. O por lo menos, recuperar el verte sonreír.

Pero es que... nadie lo iba a comprender.

Siempre has estado tan cerca, tan lejos, siendo parte de mí...
Añoro tu protección. Y cada vez que me encuentro algo que parece un fragmento de ti... me ilusiono. Quiero aferrarme a ello, aunque no seas tu.  Es una locura peculiar.

No lo comprenderíais.

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