En el horizonte.

[Art: Iy Tujiki]

Recuerdo muy lejano el amanecer. Contigo a mi lado y el horizonte, que parecía estar con nosotros. Horas y horas en la noche gastadas hablando de sueños. Horas invertidas en crear ideas, en mejorar. Pero ahora todo se ve tan lejano...

Las promesas de amor que se perdieron, los sueños que se olvidaron. Todo se ha quedado perdido en el espacio. Perdido a través del tiempo. Y sólo siguen en mi cabeza, muy dentro, en mi pecho.

Tengo tantas historias por contar, que las palabras nunca terminan de salir. Atropelladas entre ellas, mueren en la punta de mis dedos, en los huecos de mi boca. Y sólo puedo pensarlas, sólo puedo recordar.

Ver el cielo, siempre a tu lado. Y las pequeñas flores a nuestros pies. Recuerdo aquél barranco, dónde veíamos las lunas bailando. Dónde tu también me enseñaste a bailar. Sonaba la música del viento, la música que creabas con la fuerza de tus manos, con el fuego de tu alma. En esa flauta, el vapor no sonaba como suenan las teteras. En esa flauta, sonaba la vida. Sonaba la magia.

Son cosas que cuando las estás viviendo, suspiras tanto que ese suspiro se queda contigo para siempre. Ese suspiro que pide que ojalá ese instante fuese eterno. Ese suspiro que te recuerda a cada vez que no lo fue, que se acabó. Pero hay historias que no son justas. Hay verdades que creíamos conocer y fueron diferentes. Quedan cosas por decir, como las palabras que se quedan perdidas en mis dedos.

Durante mucho tiempo, he estado evitando mirar el cielo. He intentado olvidar todo aquello, pensando que si fingía que nada había sido real, jamás habría ocurrido. Pensando que podría olvidarme y dejar esa parte de mí. Pero cuando, de verdad, me planteé dejarlo todo de lado, algo dentro de mi cayó a mucha velocidad. Me atravesó por dentro y sentía que me iba a morir.

Empiezo a pensar que no debería dejar de mirar el cielo. Que llevo demasiado intentando olvidar. Y son historias maravillosas que merecen ser recordadas. No debería luchar contra esas memorias.

Ojalá pueda volver a ver esos amaneceres que me vuelcan el pecho, ojalá pueda volver a verte sonreír. Ojalá pueda encontrarte algún día, y ese día, poder decir que lo sabía, que estarías ahí, donde fuese. Y hablar contigo del infinito, del universo, de otros mundos, de las estrellas, de lo desconocido, de la fe, de los demás, de sus almas, de cualquier otro lugar. Verlo todo frente a nosotros, como si fuese una historia independiente.

Pero mientras tanto, retomaré mi búsqueda. Intentaré recordar primero cómo se hacía eso de sumergirse en las emociones. Cómo se convertían en palabras. Y cuando lo tenga, cuando lo sepa, volveré a escribirte, como siempre te he estado escribiendo. Y te seguiré buscando como siempre te he buscado. Miraré hacia el horizonte, que siempre parece estar conmigo. Como cuando estabas a mi lado.

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